En el tren, ligero de equipaje y viendo a través de la ventanilla los campos vestidos de invierno y tapados de frió, me ha llegado un mensaje al móvil, con la consiguiente sorpresa y curiosidad que esto representa, lo he leído y me he quedado un tanto indeciso, perplejo, sorprendido.
La noticia del fallecimiento de una persona nunca resulta indiferente y menos en este caso. Ha llegado el fin para un hombre, uno más de esta gran ciudad, de los que a diario ocupan las salas del tanatorio, pero este es especial, a este lo conocía. Él confió la educación y formación de uno de sus hijos a nosotros, a la escuela en la que tantos años llevo ejerciendo. Yo forme parte del equipo que instruyó y formo a los jóvenes de una generación a la que intenté transmitirle algo más que conocimientos, ya que estos, son caducos en el tiempo y hoy he podido constatar, una vez más, que los valores del agradecimiento, la amistad, la generosidad, el afecto, el acompañamiento, y todos aquellos que sirven en la vida, han calado en aquellos jóvenes, hoy hombres y mujeres.
Parlem de tu, però no pas amb pena. senzillament parlem de tu, de com
ens has deixat, del sofriment lentíssim que va anar marfonent-te, de les teves coses i també dels teus gustos, del que estimaves i el que no estimaves, del que feies i senties; de tu parlem però no pas amb pena.
I a poc a poc esdevindràs tan nostre que no caldrà ni que parlem
de tu per recordar-te; a poc a poc seràs un gest, un mot, un gust, una mirada
que flueix sense dir-lo ni pensar-lo.
Hablamos de ti, pero no con pena, sencillamente hablamos de ti, de cómo
nos has dejado, del sufrimiento lentísimo que fue mal formándote, de tus cosas y también de tus gustos, de lo que estimabas y de lo que no estimabas, de lo que hacías y sentías; de ti hablamos pero no con pena.
Y poco a poco acontecerás tan nuestro que no hará falta ni que hablamos
de ti para recordarte; poco a poco serás un gesto, una palabra, un gusto, una mirada que fluye sin decirlo ni pensarlo.