No, no pienso escribir sobre el reputado libro del insigne Gabriel García Márquez, que si recomiendo leer en estos días de asueto estival. Quiero manifestar la contradicción, una vez más, entre lo que unos tiene y otros carecen.

Un mes antes, Naciones Unidas declaró oficialmente situación de hambruna en dos regiones del sur de Somalia, esta también es una crónica de una muerte anunciada, de un desastre previsible, una circunstancia que no se daba en este país del Cuerno de África desde 1992.
¡Qué contrariedad! en un lugar hambre de muchos, en otro hartura, abundancia de unos pocos.
Medio millón de niños somalíes se encuentran en "inminente peligro de muerte" por desnutrición aguda severa, es decir, uno de cada 3 niños está en riesgo de sucumbir en menos de un mes si no se actúa de manera urgente.
Las causas más relevantes, una sequía recurrente de varios años, una falta de mínimas infraestructuras para la reserva de agua, un conflicto humano de guerra civil que va y viene, que ha debilitado a esa población ya sumergida en una pobreza extrema y sobretodo, que la capacidad de reacción efectiva de la Comunidad Internacional es muy lenta, siempre se espera a que se esté en la peor situación para hacer algo. En el tema concreto de la hambruna en Somalia se lleva alertando desde hace dos años.
Es preciso que los mecanismos de respuesta sean más rápidos, más efectivos, más reales. Es preciso que se tome conciencia de que las muertes de niños, de ancianos, de población civil es preciso evitarla siempre, y no solo intervenir en los casos de guerra o conflictos armados. A quienes padecen hambre no se les puede pedir que esperen.
Hoy día comer es un gran problema, pero al parecer, para algunos no lo es.
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