domingo, 1 de agosto de 2010

ADIÓS MAMA...

¡Ay ... la madre es una cosa
tan pura, tan santa y bella
que los hombres la inventaran
si en el mundo no existiera!


Estos versos forman parte de un poema que en mi edad escolar aprendí, quizás por aquel entonces no les dí el valor que tienen hoy para mi, cuando ya, mi madre, vencida la curva del camino, ha encontrado la vida.
Me invade el recuerdo de esa mañana veraniega (27 de julio) cuando en la proximidad del medio día las manos de mi madre se quedaban inertes entre las mías.
Cuanto dolor y a la vez que alivio, que tranquilidad sentir que aquellas manos que tanto me acompañaron en la vida, permanecían asidas a las mías hasta que se agoto el ultimo aliento de su vida.
Seguro que el transito de mi madre fue feliz, quise hacérselo feliz y pude hablarle mucho aun sin saber si me podía escuchar. Deseo que en su corazón se haya llevado el eco de mis palabras pidiéndole perdón por esas insignificancias que como hijo tuve para con ella y sobretodo las palabras de agradecimiento por todo lo que ella como madre y padre (durante muchos años) a la vez había hecho por mi.
El perpetuo adiós a mi madre ha estado empapado del amor de sus hijos, sus nietos y de todos los suyos que acudimos a la llamada del amor y a compartir la ultima oración.
Mama, abuela, tía, suegra, amiga, piadosa mujer jamás te olvidare, siempre te he querido, te quiero y te querré.