jueves, 15 de octubre de 2009

PREMIO A LA ESPERANZA

Premio Nobel de la Paz, año 2009, Barack Obama, ésta noticia, como tantas otras, tiene sus defensores y sus detractores y la pregunta que parece que arraiga más es ¿qué ha hecho el flamante inquilino de la Casa Blanca para merecer tal galardón?. Quienes han tomado ésta decisión seguro que tienen múltiples razones y argumentos, seguro, yo creo que es un premio, un reconocimiento a la esperanza, valores que junto al esfuerzo, hoy veo decadente y no solo en los jóvenes, como apuntan algunos, sino en los llamados “adultos”, si mal no recuerdo, los valores se transmiten, no se enseñan, y si en la juventud falta el valor de la esperanza es porque no se les está transmitiendo.
Todas las personas que ejercen una profesión, tienen que tener ciertas actitudes y aptitudes, sin las cuales será muy difícil, por no decir imposible que la ejerzan de manera eficaz.
Llevó más tres décadas en la docencia y me permito afirmar que el profesorado no puede ser pesimista ni irradiar desánimo, no se puede ser profesor, si no se tiene esperanza, si no se cree en la posibilidad de que las personas pueden mejorar, y esta condición la hago extensiva a padres y educadores en general.
No se puede ser educador si diariamente transmitimos catastrofismo “los jóvenes cada día son peores”, “la juventud actual no…”, estas opiniones no ayuda a abrir horizontes de futuro a los hijos, a los alumnos, a los jóvenes en general.
Es preciso creer en nuestra labor de padres, en nuestra profesión de maestros, de educadores, de profesores, de acompañantes en el crecimiento en la vida.
Creo que tener esperanza es vital en la vida de todo ser humano, sin ella, la vida pierde sentido. En la vida podemos prescindir de muchas cosas pero no de tener esperanza, de tener ilusión por un mañana mejor, de tener la convicción de que nosotros mismos y toda la Humanidad puede mejorar.
La sociedad actual nos suministra de todo, nunca habíamos tenido tantas cosas (útiles e inútiles) pero lo que realmente necesitamos es encontrar sentido a nuestra vida, tener una razón para vivir y esto, la sociedad actual, hemos de reconocer que nos da muchas razones para comprar pero pocas para vivir.
Me parece que el “premio a la esperanza” es muy valido en el momento actual y nos ha de alentar a vivir sin permitir que nada ni nadie nos robe, nos merme, nos quite la esperanza. Dice Miguel Hernández, en “Canción última” DEJADME LA ESPERANZA.

martes, 13 de octubre de 2009

PRIMERA LUNA LLENA DE OTOÑO

Ya estamos en la primera luna llena de otoño, la noche es menos oscura, y que alegría se siente cuando en la oscuridad hay algo de luz.
Hoy ya sabemos que Madrid no será sede olímpica en el 20016, lagrimas de tristeza seguro que han aflorado en los ojos de algunos, mientras que en otro, interiormente han sentido, experimentado, un sentimiento contrario. ¿Por qué nos alegramos de los fracasos de otros? Ahora se empiezan a pedir responsabilidades, florecen los “profetas”, es lamentable que estos “profetas” no sean los que toman las determinaciones, los que se arriesgan.
Y mientras estos y otros hechos afectan a pueblos, ciudades, al país, al mundo, yo contemplo como la campiña está cambiando su vestido de verano por el del otoño, pocos campos están verdes, solo el algodón ha dejado que su flor se transforme en esas hebras finas, blancas, suaves. Suaves como esa caricia de la madre mientras amamanta al hijo. Como esa palabra al oído de la persona amada, como el beso del hijo que se abraza seguro al cuello de su padre, como la mano amiga que sujeta la tuya mientras caminas, como tantas y tantas cosas pequeñas de la vida cotidiana son blancas, son suaves.
El granado entre sus verdes hojas nos deja ver el amarronado y rojo de su fruto que se desquebraja dejándonos a la vista los múltiples granos que lo conforman. El membrillo y azufaifa maduran, las aves y otras alimañas, mientras suena la berrea, temen la llegada de colleras y realas de podencos, lebreros, perdigueros y galgos que sienten próximo el final de la veda.
Poco a poco, lentamente, languidece el día que nos permitirá ver nuevamente la primera luna llena de este otoño.