martes, 31 de enero de 2012

HABLAMOS DE TI

En el tren, ligero de equipaje y viendo a través de la ventanilla los campos vestidos de invierno y tapados de frió, me ha llegado un mensaje al móvil, con la consiguiente sorpresa y curiosidad que esto representa, lo he leído y me he quedado un tanto indeciso, perplejo, sorprendido.
La noticia del fallecimiento de una persona nunca resulta indiferente y menos en este caso. Ha llegado el fin para un hombre, uno más de esta gran ciudad, de los que a diario ocupan las salas del tanatorio, pero este es especial, a este lo conocía. Él confió la educación y formación de uno de sus hijos a nosotros, a la escuela en la que tantos años llevo ejerciendo. Yo forme parte del equipo que instruyó y formo a los jóvenes de una generación a la que intenté transmitirle algo más que conocimientos, ya que estos, son caducos en el tiempo y hoy he podido constatar, una vez más, que los valores del agradecimiento, la amistad, la generosidad, el afecto, el acompañamiento, y todos aquellos que sirven en la vida, han calado en aquellos jóvenes, hoy hombres y mujeres.
Al igual que en otro tiempo, compartí sus ilusione, sus desalientos, sus esperanza, sus frustraciones, hoy, he compartido, el dolor, las lagrimas por la perdida de un padre, a la vez que he rememorado, que en la misma fecha, hace ya cincuenta y cuatro años, yo perdí al mío.
En el acto de despedida, las palabras de la epístola de San Pablo han quedado un tanto disipadas por la pena que invade en el último adiós y las de Miquel Martí i Pol completan una cara del recordatorio, concretamente dicen:

Parlem de tu, però no pas amb pena. senzillament parlem de tu, de com
ens has deixat, del sofriment lentíssim que va anar marfonent-te,  de les teves coses i també dels teus gustos, del que estimaves i el que no estimaves, del que feies i senties; de tu parlem però no pas amb pena.
I a poc a poc esdevindràs tan nostre que no caldrà ni que parlem
de tu per recordar-te; a poc a poc seràs un gest, un mot, un gust, una mirada
que flueix sense dir-lo ni pensar-lo.

Hablamos de ti, pero no con pena, sencillamente hablamos de ti, de cómo
nos has dejado, del sufrimiento lentísimo que fue mal formándote, de tus cosas y también de tus gustos, de lo que estimabas y de lo que no estimabas, de lo que hacías y sentías; de ti hablamos pero no con pena.
Y poco a poco acontecerás tan nuestro que no hará falta ni que hablamos
de ti para recordarte; poco a poco serás un gesto, una palabra, un gusto, una mirada que fluye sin decirlo ni pensarlo.