jueves, 10 de noviembre de 2016

UN AÑO DE VIDA Y ESPERANZA

Hoy se cumple un año de aquella mañana gélida de noviembre en que muy temprano nos enfrentamos a la intervención quirúrgica para eliminar el cáncer de mama que portaba la mujer con quien comparto mi vida. Tenía prisa para que llegase el momento final de la intervención que se hizo larga, muy larga. Tenía prisa para que se recuperara, para advertir los resultados de los tratamientos. Tenía prisa por que se cumpliese este primer año. Tenía prisa para que desapareciesen las huellas más visibles que había dejado la quimioterapia. Tenía prisa para poder vivir este momento y escribir que, después de un año, vamos superando con esperanza y alegría todo lo que la vida en este tiempo nos ha ido deparando. 
Tenía prisa, tengo prisa para hacer realidad esos deseos de planificar nuevas vivencias, de sonreír sin necesidad de comprimir los suspiros y la necesidad de someterse solo a la recuperación de las deficiencias o huellas que deja ese “indeseable e imprevisto” compañero que se ha cruzado en el viaje de nuestra vida, empujándonos a caminar por un sendero inadvertido lleno de miedos, incertidumbres, dudas que el tiempo ha ido mermando, disipando y ayudándonos a vivir con esta anormalidad que, poco a poco, con esperanza e ilusión, podemos decir que estamos superando.
Un año, que nos ha obligado a adoptar formas más prácticas de vivir con menos prisas, de compartir, de sobrellevar este problema común y adoptar pautas para manejar la salud física, social y emocional, a la que nos hemos visto abocados, a pesar de que vivimos constatando que aún es evidente y preocupante el cansancio, la debilidad, la fatiga o el agotamiento. De hecho, parece ser, que el cansancio es una de las quejas más comunes durante el primer año de recuperación y esto, de alguna manera, nos supedita a no hacer previsiones, a no tener prisa por realizar nuevos proyectos o planificar el mañana con excesiva prontitud.
Hoy, en que se cumple un año, puedo decir con orgullo que ha sido un año de vida y esperanza. Que en este tiempo y en cada momento, he podido constatar la fuerza con la que ella ha ido superando las pruebas médicas, las visitas, las demoras, las esperas, los tratamientos, el día a día sin desfallecer, sin desvanecer, sin perder la sonrisa, la ilusión por la vida, por la recuperación y eso me ha dado, me da fuerzas, me hace sentirme optimista y saber afrontar con fuerza, con ilusión, con ganas, con temple, con coraje, todo lo que el momento nos depara.
 Hoy, en que se cumple un año de vida y esperanza, siento ese faro, espejo y luz de cada uno y del otro. Faro que es de esperanza, sonrisas y el preludio de un abrazo y de cómo los ojos se empañan porque, al fin, estábamos en casa y seguimos siendo  un faro en nosotros y para los otros, para todos esos que continuamente nos han mostrado su apoyo y amistad

domingo, 6 de noviembre de 2016

AL Sr. SANTISO

Cuando aun tenía en mi boca la amarga sequedad de amanecida y mis ojos percibían los rayos del nuevo día, me ha sorprendido la noticia del fallecimiento de una persona muy cercana. La muerte de alguien nunca resulta indiferente y menos en este caso, cuando desde la distancia la siento cerca, mi compañero de trabajo, mi amigo de los días de labor, el profesor de matemáticas, el erudito, el pintor, el solitario, el elegante, el peculiar, el confidente, el…José Manuel. Santiso ha pasado a caminar por la otra parte del camino de la vida.
Es curioso, cuando alguien no está, cuando te sorprende la noticia del adiós definitivo,  empiezas a recordar esas pequeñas cosas que lo hacían ser él: su sonrisa, su bondad, sus gestos, su forma de hablar, sus reacciones ante diferentes circunstancias, su forma de andar y de moverse, su corrección para con todos... Recuerdas su pasión por la pintura, sus bocetos, sus cuadros, cargados de imaginación y color donde transmitía hasta su soledad, sus silencios. Recuerdas lo que has aprendido de esa persona, que, en este caso, es mucho. A veces, te sorprendes recordando una situación determinada, y se te dibuja una sonrisa en la cara. A veces piensas en lo que ya no será, y fluyen los recuerdos y te afloran las lágrimas.
Remonto mi mente al pasado y no puedo por menos que recordar tus paseos en solitario después de las comidas por los aledaños de la escuela. Los momentos  compartidos en nuestra vida laboral, escuela, pupitres, aulas, taller, pizarra y alumnos que año tras año instruimos y formamos con entrega y dedicación máxima.
Por todo esto, por las tantas palabras que nos has transmitido, gracias Sr. Santiso,  allá donde estés quiero hacerte llegar todas las palabras que no te dije en otro día y que sepas que me quedo con todo lo que nos distes, con el recuerdo del abrazo que nos dimos en su momento y siento mi mano estrechando la tuya.
Tu partida, tu ausencia física nos deja un gran vacío pero nos llena el corazón todo cuanto en vida nos has dado y enseñado, gracias Sr. Santiso por todo lo que hemos compartido a lo largo de tantos años. Estoy convencido que Dios te acogerá en su gloria, desde allí asístenos.
Deseo hacer míos los versos de Miquel Martí i Pol y decirte:
"Parlem de tu, però no pas amb pena. senzillament parlem de tu, de com
ens has deixat, del sofriment lentíssim que va anar marfonent-te,  de les teves coses i també dels teus gustos, del que estimaves i el que no estimaves, del que feies i senties; de tu parlem però no pas amb pena.
I a poc a poc esdevindràs tan nostre que no caldrà ni que parlem
de tu per recordar-te; a poc a poc seràs un gest, un mot, un gust, una mirada
que flueix sense dir-lo ni pensar-lo". 

"Hablamos de ti, pero no con pena, sencillamente hablamos de ti, de cómo
nos has dejado, del sufrimiento lentísimo que fue mal formándote, de tus cosas y también de tus gustos, de lo que estimabas y de lo que no estimabas, de lo que hacías y sentías; de ti hablamos pero no con pena.
Y poco a poco acontecerás tan nuestro que no hará falta ni que hablamos
de ti para recordarte; poco a poco serás un gesto, una palabra, un gusto, una mirada que fluye sin decirlo ni pensarlo".