domingo, 28 de febrero de 2016

DÍA DE ANDALUCÍA

Como en todas las autonomías que configuran el país, Andalucía celebra su día con las más variopintas manifestaciones y tradicionales actos institucionales presididos por la bandera verde y blanca siendo una de las más relevantes de estas expresiones, la entrega de los consabidos premios a personas relevantes, entre los galardonados, el nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía ha recaído en Ángel Salvatierra Velázquez,  nacido en El Puerto de Santa María y especialista en trasplantes, y el cantautor Joaquín Ramón Martínez Sabina (Joaquin Sabina), natural de “la ciudad de los cerros” Úbeda.
Ángel Salvatierra Velázquez, menos conocido entre las gentes de la calle que su compañero de homenaje, pero no por ello menos digno de que sea halagada, reconocida, premiada su labor médica y social  que desarrolla como jefe de servicio de Cirugía Torácica del Hospital Reina Sofía de Córdoba y especialista en trasplantes reconocido a nivel nacional e internacional. Su candidatura ha sido presentada por sus compañeros del sistema público de salud de Andalucía como reconocimiento a su labor profesional en el mundo de la medicina, lo que muestra la gran calidad y riqueza humana de una persona comprometida con la sanidad pública andaluza, pese a haber contado con ofertas para trabajar en diferentes centros de todo el mundo. Él se debe a su tierra, a su pueblo, a sus gentes. Gracias por ayudarnos a vivir mejor.
Sin lugar a duda Sabina nos atrapa con su popularidad, su personalidad, su música, su vida un tanto desconocida, pero que  no es menos importante que su obra, más allá de la autor referencia que nos muestran  y presentan las letras de sus canciones que nos han permitido distraer nuestra atención a las dedicaciones cotidianas para inhibirnos entre letras que de alguna manera nos hacían evocar recuerdos de un pueblo con mar mientras nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres..
Mientras dejo constancia por escrito de este día, mi recuerdo se traslada a tantos y tantos como emigraron de estas tierras y que quizás hoy no recuerden que es el día de la tierra que les vio nacer. De la tierra de las que se llevaron sus costumbres, su gazpacho y sus vírgenes y santos. De la tierra de la que conservan ese sentimiento de unión, el sentido del humor, esa forma de hablar que transmite empatía y un carácter sociable. De la tierra de la que estamos orgullosos y nos indigna que nos identifiquen con los típicos tópicos. De la tierra que como un abanico se abre desde Despeñaperros hasta el Mediterráneo y el Atlántico surcada por ríos y valles a cuyo abrigo han crecido miles de pueblos andaluces donde hombres de luz, de cultura, de ciencia, de mar, de campo, de minas, de…  la hacen crecer cada amanecer. De la tierra desde la que transmito mi mayor reconocimiento y recuerdo a todos los andaluces que incluso puedan llegar a leer desde la distancia mi homenaje a esta tierra y sus gentes en el día de Andalucía.

viernes, 12 de febrero de 2016

HAN PASADO TRES MESES

Han pasado tres meses, si, tres meses desde que aquel día se grabó en mi mente de forma especial, como se graba todo ese ir y venir de visitas médicas y de tratamiento posterior a la intervención quirúrgica. Visitas, tratamiento, consultas, que causa tanta tensión como entusiasmo y que, una vez concluida la consulta o la sesión, se siente un cierto alivio y a la vez resulta difícil no preocuparse por la reaparición de algún indeseable signo, molestia, anomalía propia de la “agresividad” del trata miento. Preocupación muy común y que a veces invita a olvidar que el amor y la esperanza son las fuerzas básicas para seguir en esta lid día a día, y así constatar que los temores van disminuyendo paulatinamente.
Hoy, después de este tiempo, quiero volver a sentir que mis ojos están hechos para mirar hacia el horizonte del futuro con esperanza, para saber ver la luz del amanecer de cada día, para ver el florecer de la embrionaria primavera, para ver como las nubes plomizas traen la escasa lluvia que se esparce suave sobre los campos, que posteriormente huelen a tierra mojada a la espera de un nuevo sol resplandeciente. Desde mi lugar no puedo contemplar el blanco de la nieve, pero si deseo tener abiertos los ojos para ver con esperanza las estrellas que se encienden cada noche y que circundan hoy, a una luna sarracena.
Han pasado ya tres meses y acepto cada mañana como un regalo de la vida y se lo transmito a ella porque en su momento prometí ayudarle a amar la vida. A no soltar su mano en nuestro camino de cada día, poner en mis abrazos, en mis besos, la ternura y la mansedumbre que el amor exige entremezclado con hablar cuando hagan falta palabras y compartir el silencio cuando no, sin dejar de poner esa pizca de humorismo y sonrisa que facilita el digerir mejor las contrariedades.
Reviven en mi a cada instante esos pensamientos que me exhortan a no tener  presente, a obviar, a ignorar que se ha ido volviendo algo más púdica, algo más recatada, a perder esa coquetería tan personal y característica de ella y, a la vez, trato de alentarla para que sus ojos no pierdan el brillo de la felicidad y sus labios muestren una eterna sonrisa porque somos ese faro con el que en su día nos caracterizaban diciendo:
Espejo y luz de cada uno, y del otro.Juntos hacéis un faro en vosotros y para los otros.
Viniste de lejos y te quedaste, apareciste de lejos y me resguardaste.
Y cuando se pone el sol en este patio, encendemos una vela para recordar y para celebrar que estamos juntos entre hierba buena, poleo y jazmines.
Y cuando se pone el sol hoy aquí estamos.