lunes, 17 de octubre de 2011

CIERRO UNA PUERTA PARA ABRIR OTRA


Hace apenas un mes que cerré una puerta para abrir otra. Una vez más en mi vida he dejado una morada para ir a otra y haciendo un ejercicio de memoria han sido una docena de ellas por las que he pasado conservando en mi mente recuerdos imborrables de las diferentes estancias de todas ellas.
Se suele decir que “Cuando se nos cierra una puerta en la vida, hay siempre otra que se abre” y lo malo es que, en general, miramos con tanto pesar y resentimiento a la puerta cerrada que no nos damos cuenta de la que se abrió. En este caso puedo decir que para mi no ha sido malo este paso. Era algo que desde hace tiempo fraguaba en mi mente y las circunstancias me han empujado a hacerlo. En un principio, cuando mire todo lo que tenia que trajinar, que embalar,  que tirar, que romper, sentí miedo, quizás el miedo que antes había sentido y que me impedía dar este paso pero hoy ya instalado en mi nueva residencia puedo decir que me siento muy bien, que el paso, la decisión, el trabajo, el esfuerzo, ha valido la pena.
He dejado un barrio, unas gentes, unas calles, unos lugares que en su día me sirvieron de refugio, de amparo, de abrigo, de protección, de defensa y porque no, de crecimiento personal y guardo en mi memoria todo lo vivido durante algo más de una década.
Este cambio de residencia constato que me favorecerá en mi paulatino cese en la vida profesional, deshacerme de gran parte de lo que he utilizado durante mi vida profesional no me ha sido fácil, pero constato que solo he roto cosas materiales, que me quedan los recuerdos, los buenos recuerdos, los gratos recuerdos y que aún sigo ayudando a aprender con menos cosas y con más ilusión.
He dejado de asomarme a la terraza y ver amanecer teniendo al fondo la cúpula de la iglesia del barrio  para presenciar desde el balcón las torres de la obra magnánima de Gaudi. El cambio es significativo y lo mejor de todo es poder agradeceros la ayuda que me habéis prestado para dar este paso. Sinceramente ¡¡GRACIAS!!