domingo, 31 de enero de 2016

ENERO TERMINA



Concluye el primer mes de este año. Parece como si este año deseará que los días pasen más rápido, pero el tiempo es el tiempo y no pasa a nuestro antojo sino como está determinado.
Finaliza el primer mes de este año y curiosamente constato que este año no se ha hablado de “la cuesta de enero” lo que me demuestra, una vez más, que los medios de comunicación nos informan de aquello que a ellos les interesa y les hace estar en el candelero de la información. En este mes es incansable el aluvión de noticias que están dando sobre la formación del nuevo gobierno. Nadie quiere asumir su responsabilidad y, como en un mal partido de futbol se pasan la pelota unos a otros y, nadie asume la formación de un nuevo gobierno. Unos actúan como trileros, otros como niños caprichosos, terceros se callan y al parecer nadie es partidario de unos nuevos comicios. El miedo les invade y creo que no hay nada peor que un partido que da la impresión de que tiene miedo a asumir la gobernabilidad y opta por no dialogar sin demagogia ni exigencias previas y dejar el campo libre a su oponente.
Termina enero y los campos ya apuntan los primeros brotes verdes de la siembra, haciendo semejante el paisaje a una gran alfombra verde. El clima favorece que el almendro nos muestre su flor vistiendo al paisaje del blanco invernal de una belleza que no por repetida deja de sorprender invitándonos a admirar este bello resurgir de la vida mientras los sarmientos ya cercenados se apilan en las viñas mientras los labriegos esperan del cielo la beneficiosa lluvia.
Enero finaliza silenciando el dolor, el sufrimiento, la angustia de los exiliados que deambulan de un lugar a otro de esta Europa ignorante que ve como por sus carreteras y caminos no cesa el éxodo de quienes buscan cobijo, asilo y un poco de humanidad, de esa misericordia que se les niega desviando la mirada hacia otros horizontes menos comprometedores.
Al terminar este mes me siento lleno de ilusión, de felicidad, de alegría porque he podido conocer y sostener sobre mis brazos a mi nuevo nieto, ese frágil y pequeño ser que tanto aporta a mi vida. 
En este postrero día del mes, y como cada año, desde hace ya muchos, recuerdo que en esta fecha, mientras el sol caminaba en el cénit del cielo, yo era fiel testigo del sepelio de mi padre, mi maestro, mi guía, mi auxilio, mi referencia, el que me enseñó a no obviar el propósito de seguir intentando cada día, ser inasequible al desaliento y siempre dispuesto a acometer nuevos desafíos, esos que la vida pone en mi camino y cargado de esperanza sigo viviendo, pensando, deseando, anhelando mientras vivo con incapacidad el poder paliar, auxiliar, aliviar a mi esposa los efectos de la nueva sesión de quimioterapia, a la vez que barrunto que pronto todo será pasado y mi esperanza estimulada.

domingo, 24 de enero de 2016

TRES MESES Y PICO



A veces me sorprende la exactitud con que algunas personas son capaces de retener con total detalles el número de años, meses, días e incluso horas en que algún hecho notable les marco su vida.
Yo no me considero de ese grupo, ni tampoco creo que esa falta de precisión sea o pueda ser interpretada como falta de interés, olvido, negligencia, indiferencia o algo por el estilo. A decir verdad, en el almanaque de mi vida, figuran anotadas muchas fechas. Unas perduran, y me atrevo a decir que con total precisión y detalles. Otras, se han ido borrando en el papel de mi memoria, o tal vez las escribí con tinta o lápiz un tanto deficiente y el paso del tiempo las ha dejado ilegibles como las páginas de un viejo diario. Pienso que la memoria es selectiva y si bien, es capaz de guardar momentos difíciles de la vida, no menos cierto es, que también retiene aquellos que como un beso, una mirada, una sonrisa, un regalo, una palabra, un viaje, una imagen... son recuerdos imborrables, únicos, reconfortantes en nuestra vida. Recuerdos que reconstruimos y nos hacen esbozar una sonrisa cuando afloran a nuestra mente rompiendo el silencio.
Así, sin precisar, hace tres meses y pico que esa especie de nuevo ciudadano, esa especie de invisible, pero palpable inquilino, de nombre vulgar "cáncer" que habita entre nosotros, ha pasado a acompañarnos durante un tiempo y a pesar que es común la noticia de que alguien tiene cáncer o se lo acaban de diagnosticar, nunca estamos suficientemente aptos ni preparados para recibirla cuando se trata de un ser querido, mucho menos de tu pareja.

A partir del día en que a mi cónyuge se lo detectaron, hace tres meses y pico, empezó la lucha que no elegimos. Como ella suele decir, nos apeamos de un tren para subirnos en otro, hacia el mismo destino, pero por un camino más difuso, de vías entrecruzadas, trayecto más penoso, equipaje distinto y hasta con cierta incertidumbre y yo vivo y constato día a día como ya hemos superado parte del trayecto, ya llevamos, después de la intervención, dos sesiones de quimioterapia con las consiguientes secuelas y estamos a una semana de someternos a la tercera y, por si este equipaje era poco, ahora parece ser que, lo que en un principio se había descartado, la radioterapia, también tendremos que subyugarnos a ello afrontando nuevamente el reto de la incertidumbre, de la duda, de las derivaciones y secuelas que esto pueda reportar pero sin proyectar vivirlas con antelación.

Ya hace tres meses y pico que he adquirido, según los expertos, el apodo” de "cuidador". Papel que asumo con ganas, con valentía, con coraje a pesar de que me embargue un cierto miedo, impotencia e incertidumbre y, muy a menudo, la absoluta necesidad de estar presente en cualquier circunstancia en la que ella pueda necesitarme e intento no caer en el tópico ¿hoy como te encuentras?. Constato que me basta una mirada para saberlo, basta con saber respetar su espacio, su silencio, su mano asida a la mía y así percibir y compartir el reto, el miedo, la tristeza, la esperanza, la ilusión y, al mismo tiempo, mucho amor. Y no me refiero sólo del amor entre marido y mujer, sino del amor por la vida, por las cosas sencillas que muchas veces pasamos por alto en nuestro quehacer diario, haciendo de lo anómalo, lo más normal del momento, afrontándolo paso a paso porque el tratamiento es largo pero  a la vez constatar que pronto todo será pasado sin obviar la realidad porque nada podrá arrancarnos la esperanza de vivir y llevar una vida con calidad y sin sufrimientos sintiendo y transmitiendo que hay suficientes razones para querer disfrutar cada día superando las adversidades y afrontándolas con esperanza, e ilusión.

miércoles, 6 de enero de 2016

DE LA NOCHE AL DÍA DE REYES

Ha llegado la noche esperada y por doquier, entre el trajín de las compra de regalos para esta noche, las cabalgatas de los Reyes Magos vuelven a las calles con lluvias de caramelos, con la luminosidad, la vistosidad, el fulgor, el centelleo, la atracción, el destello de fuegos artificiales, el resonar de armonías idóneas que causan la admiración de los concurrentes al gran espectáculo de esta noche de nervios, en que las caras infantiles muestran mil aspavientos ante tan sorprendente recreación esperada con ansia incontrolada.
De la noche al día de reyes, como en tantas otras noches se cerrarán las puertas, pero se abrirán las ventanas y los pequeños, con su más indescifrable inocencia, dejarán en el alféizar comida y agua para los camellos. En esta noche, la más mágica para los auténticos 'reyes' de la casa”, se apagarán las luces y se encenderá la esperanza en el día de los Reyes Magos, esperando que lo manuscrito en la carta a sus Majestades se haga realidad. Los críos se dormirán y se despertarán sus sueños cándidos e incluso con una  mezcla de entusiasmo y a veces incluso un poco de miedo sobre esa almohada de cada noche, que hoy parece más cómoda bajo las mismas sábanas, pero que en esta noche se transforman en sábanas de deseos que esperan ver cumplidos al amanecer.
Se disipa la noche mientras despierta el alba y así pasamos de la noche al día de Reyes. Día de sueños llenos de aspiración y en silencio estamos esperando que se cumplan, porque en este día todos nos volvemos un poco más niños y en nuestro interior esperamos que hasta nuestros sueños más audaces se hagan realidad, mientras dejamos volar nuestra imaginación sin miedo e inmersos en la esperanza.
Pasarán los años, pero la noche al día de Reyes, aquella mañana de Reyes en el comedor de la casa desenvolviendo los regalos y con el escepticismo en los ojos, esas noches, esas mañanas, esos días mágicos no pasarán y se perpetuarán en nuestra mente llenas de añoranza y de felicidad.