martes, 13 de septiembre de 2016

INCENDIOS FORESTALES

Como cada verano nos visita, además de multitud de turistas, uno de los dioses más aterradores del planeta Tierra, el dios Vulcano que “respaldado” en sus pirómanos o por causas naturales y fortuitas, asedia campos, montes o viviendas dejando a su paso un panorama desolador, inhóspito, desierto, funesto y triste donde imperan las huellas que el incendio ha dejado al golpear los parajes antaño bellos y tal vez hasta ignorados. Tal vez por esa ignorancia se descuida la limpieza de los montes, el abandono rural, la creación de cortafuegos, la preparación de personas para sofocarlos, la inversión en materiales contra esta desastrosa voracidad de las llamas.
Donde antes había bosques frondosos poblados de las especies vegetales y animales del lugar, ahora sólo se ven cortezas, ramas, rastrojos que la combustión ha mutado su belleza y con ello el exterminio de las poblaciones animales de vertebrados e invertebrados. Flora y fauna destruida.
Donde antes había casas labriegas, apeos de labranza, animales y un modo de vida, hoy sólo se puede contemplar enseres inservibles, puertas, ventanas, muebles o bigas quemadas vidas, historias y  recuerdos calcinados tras el paso del fuego destructor.
Desolación, desencanto, tristeza, impotencia, huellas de lo que el fuego ha consumido y cuyos efectos contribuye en la degradación de los ecosistemas, causando importantes consecuencias ecológicas. El impacto ambiental es mucho más preocupante de lo que muestran las impactantes imágenes que genera el fuego a su paso por el lugar y que la TV muestra, a veces, como algo común o propio del estío.
Cuando la empresa se quema, algo suyo se quema... señor accionista. Sería la traslación de la frase de Perich “Cuando un bosque se quema algo suyo se quema señor conde”. El gran humorista, en plena época de la España latifundista, añadió a la incipiente consigna ambientalista un apéndice cómico de profundo contenido social. Han transcurrido muchas década desde aquel entonces y somos algo más conscientes de que, además del señor conde, todos nosotros quedamos profundamente afectados por los incendios forestales. Los valores paisajísticos, los medioambientales y los culturales quedan también destrozados. La viñeta no sería entendible en el momento actual. El monte no es sólo del señor conde pero aún así, cada año seguimos teniendo información de incendios forestales desbastadores y nos preguntamos ¿hasta cuándo? La política sobre montes y zonas afectadas por incendios va cambiando en función de los intereses políticos del momento.
Durante mi edad infantil  contemplaba con asombro y admiración  las hogueras qué hacían los agricultores para eliminar los rastrojos de las cosechas, pero lo hacían custodiando la huida y el descontrol de las llamas y así evitar los incendios, desgraciadamente, hay fenómeno naturales que son difíciles de proveer y evitar pero fatalmente también hay pirómanos indeseables, al parecer, pagados por propietarios sin conciencia ni escrúpulos. Un agricultor consciente nunca hará una cosa así, nunca destruirá sus propios recursos y beneficios pero cada año se repite la misma historia. Cada año se reiteran los incendios forestales. ¿Hasta cuándo?.