miércoles, 16 de mayo de 2012

DE FERIA EN FERIA

Después de la Semana Santa y siguiendo la tradición, en la tercera semana posterior a Semana Santa, se ha celebrado la Feria de abril de Sevilla.
Córdoba ha festejado sus “cruces de mayo”.  A mitad de camino de las Cruces y de la Feria de Córdoba, con el cielo cargado de lluvia ha tenido lugar el Concurso de Patios. Concurso patrocinado por el Ayuntamiento y cuyos orígenes está íntimamente ligado a la arquitectura local y los patios interiores que encontramos en la mayoría de los inmuebles. Llenar el patio central de flores y agua ha servido tradicionalmente para mantener el fresco, y la creatividad de los cordobeses ha hecho que se conviertan en verdaderas obras de arte.
En Jerez, después del  Campeonato de MotoGP, principal referente de una ciudad que sigue con pasión la competición motociclista, ha seguido la Feria del Caballo ya concluida y de la que nos queda en el recuerdo lo que nos ha aportado y, al igual que en los otros eventos, hemos podido disfrutar, vivir y compartir.
Las ferias andaluzas seguirán sucediéndose a lo largo de los año y todas ellas  tienen especial significación por los elementos culturales específicos que aportan a la cultura e idiosincrasia andaluza.
Por lo general en estos festejos, como en otros muchos, no solemos caer en la cuenta de que, cada vez que disfrutamos de un momento de ocio, hay centenares de personas que trabajan sin descanso en jornadas maratonianas para que otros pasemos un rato agradable, atrayente o  interesante.
Acontecimientos donde se dan cita todo tipo de anónimos profesiones diferentes: feriantes, titiriteros, seguridad, azafatas, técnicos, periodistas, animadores, cocineros, camareros y un largo etc. ponen lo mejor de sí mismos para que ningún incidente desmerezca nuestros momentos de ocio y abstraernos de descubrir la entrega de los que nos procuran disfrutar de buenos momentos en nuestra vida.

El titiritero
(Joan Manuel Serrat)
De aldea en aldea
el viento lo lleva
siguiendo el sendero,
su patria es el mundo,
como un vagabundo
va el titiritero…
http://www.youtube.com/watch?v=Gxlnfs_VQXk

domingo, 6 de mayo de 2012

ESTE ES UN PAÍS LIBRE

El 7 de mayo de 2008, el fotógrafo y periodista Gervasio Sánchez subió a recoger el premio, Ortega y Gasset que otorga el diario El País, ante la asistencia de un concurrido público, entre ellos estaban también la vicepresidenta del gobierno, el presidente del Senado, varios ministros, Esperanza Aguirre y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, además de todos los demás medios de prensa.
Pues bien, parece ser que no debió ser del gusto de tan ilustre público el discurso de Gervasio Sánchez, cuando éste subió a recoger el premio, condenando dicho discurso al ostracismo y olvido de toda la prensa.
Así que, como la gran mayoría de medios no han querido publicarlo, quiero dejar constancia en este espacio personal para que lo lean algunas personas más.
Cuando lo leáis, entenderéis el porqué no han querido darle publicidad. El discurso de Gervasio Sánchez dice así:
Estimados miembros del jurado,
Señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio “Ortega y Gasset” de Fotografía, convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos  realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.
No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto “Vidas Minadas”, al que pertenece la fotografía premiada, tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.
Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.
Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.
Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película “Cuentos de la luna pálida” de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de las minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles, desde el inicio de la transición, encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabricamos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo, y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King, me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias.
Esta es la forma de proceder de algunos medios de comunicación que apoyan y defienden la libertad de prensa, de expresión, de comunicación, pero ¿para quien la piden?, ¿para ellos o sólo para los suyos?. Y este, es un país libre, en el que nos gobiernan los que rehúyen a quienes defienden la paz y condenan la guerra.