martes, 31 de julio de 2012

HOMENAJE A TODOS

Los Juegos olímpicos de Londres, los trigésimos de la era moderna, han encendido de nuevo la llama de la inspiración, de la esperanza por alcanzar la meta por la que tantos deportistas han estado preparándose con esfuerzo, con constancia, con sacrificio  y que son capaces de caer y levantarse, perder y volver a intentarlo.
Londres ha sido por tercera vez sede de los Juegos Olímpicos Modernos  (1908, 1948 y 2012). La ceremonia, larga como todas, permitió constatar el recorrido triunfal por la historia del pueblo británico con algunos guiños al papel de la igualdad y los servicios sociales a más de resaltar la literatura y la música de ese país. La ceremonia mostro espectacularidad, excentricidad y fuerza visual y supo poner a la gente en primer lugar lo que llevo a romper la clásica entrada de la antorcha olímpica y encendido del pebetero por un deportista relevante, al ceder ese honor a siete jóvenes deportistas, representantes de los deportistas británicos. Los siete, prendieron la llama olímpica en un curioso y original pebetero generado por 204 piezas transportadas por todas las delegaciones participantes, un pebetero universal.
Los portadores de la bandera olímpica, nueve personalidades que representan "nuestra aspiración de ser mejores" . Ellos fueron:
Daniel Barenboim, judío argentino, es conocido no sólo por su talento musical sino por sus iniciativas en favor del entendimiento y la paz, como cofundador de la Orquesta del Diván Este-Oeste, uniendo a músicos de Israel y Palestina, como símbolo de hermandad y en contra del conflicto histórico que arrastran ambos pueblos.
Marina Silva, brasileña, que dedica su vida a luchar contra la destrucción de los bosques brasileños" y es "una apasionada defensora de nuestro frágil planeta". Es una de las principales voces del Amazonas y responsable por varios proyectos.
Mohamed Alí, ex boxeador estadunidense tres veces campeón mundial de los pesos pesados y medalla de oro de pesos semipesados en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Toda una leyenda en el mundo del boxeo que hoy lucha contra la enfermedad de Parkinson y máximo representante de MAPC, asociación norteamericana que intenta buscar nuevos tratamientos para combatir esta enfermedad.
Ban Ki-moon, de la República de Corea se convirtió en el octavo Secretario General de las Naciones Unidas,
Haile Gebreselassie, etíope, atleta especializado en carreras de fondo, ganador de varias medallas de oro en los Juegos olímpicos y en Campeonatos del Mundo. Distinguido con el Gran Premio de la Academia del Deporte 2007, a la mayor hazaña deportiva y con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2011
Leymah Gbowee natural de Liberia donde se encargo de organizar el movimiento de paz que puso fin a la Segunda guerra civil liberiana. Premio Nobel de la Paz en el 2011
Shami Chakrabarti, británica activistas por los Derechos Humanos y directora de la ONG de derechos civiles "Liberty",
Doreen Lawrence, mujer de color, activista por los Derechos Humanos tras el asesinato de su hijo por un grupo de jóvenes blancos. Creó una organización benéfica en memoria de su hijo y se ha concedido un OBE (orden del Imperio Britanico) por sus servicios a las relaciones comunitarias.
Sally Becker,  británica, apodada “el ángel de Móstar” conocida especialmente por haber liderado la organización caritativa Operación Ángel, su labor ayudó a salvar cientos de vidas, principalmente niños, enfermos y heridos de Bosnia y Kosovo. Al finalizar la guerra (1999) abrió centros para las mujeres y niños víctimas del conflicto. En el año 2006 se trasladó a la frontera entre Israel y Líbano para ayudar a las personas que estaban allí atrapadas.
A todos ellos mi admiración y agradecimiento por intentar hacer un mundo mejor.



viernes, 27 de julio de 2012

MIL BESOS, ¡AY!, ME DABAS…


Cuando hoy, 27 de julio, me ha sonado el aviso de que era el cumpleaños de mi amigo Juan, lo he detenido sin necesidad de mirarlo porque su recuerdo, su ausencia están muy presentes en mí, hoy ya no puedo felicitarlo, pero sigo recordándolo.
A la vez, he constatado la coincidencia de la fecha de su cumpleaños y el fallecimiento de mi madre en aquel caluroso día estival. La vida y la muerte, ambas caminan de la mano y vivimos ajeno a ello pero no ajeno al recuerdo de personas tan queridas y que están ya ausentes.
Aquel día, como los otros que viví en el hospital, contemplé desde la ventana el mar que se dejaba ver a lo lejos pero que me permitía ver las olas que se iban llevándose una a una la esperanza de ver abrirse aquellos ojos que tanto me habían mirado. Con la esperanza de que aquellos ojos, aquel cuerpo casi inerte, volviera a la vida.   
El recuerdo de la persona que más me ha querido en la vida es constante y lejos de entristecerme me reconforta y me lleva a pensar en tantos momentos vividos, en tantas cosas compartidas. Pienso en aquellos besos apresurados en la frente, para despertarme, que inauguraban sin remedio la mañana y ella con su ir y venir por la casa le arañaba al tiempo los minutos para prepararnos lo mejor posible el inicio del día y dándonos mil instrucciones antes de irse a trabajar.
Me resulta inolvidable su enseñanza de los versos de Espronceda (A mi madre)  que apuntan:
Mis caricias pagaste con exceso,
como pagan las flores al abril;
mil besos, ¡ay!, me dabas por un beso,
por un abrazo tú me dabas mil.
y así recuerdo esos versos y sus besos, cuando ya en anciana edad, me despedía de ella tras unas horas de visita, por cada uno de mis besos ella me daba mil mientras me repetía: “Cuando llegues llámame”.
Si, mama, te llamé y te sigo llamando ahora aunque ya ninguna voz responde.

CAMINO…


Cuando oigo o escucho la palabra "camino" rápidamente me es fácil relacionarla con múltiples calificativos o complementos.
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6-14).
Todos los caminos llevan a Roma.
Caminos de hierro del norte de España, camino del trabajo, camino de la vida, camino del cielo, camino sinuoso, camino ....La palabra me evoca la antigua canción, 'Camino verde', los famosos verbos de Machado, 'Caminante no hay camino, se hace camino al andar, las pinturas paisajística de David Hockney  representando caminos de su entorno
Pero también me hace pensar en ese, popularmente denominado, Camino del Rocío por él, miles de romeros lo emprenden desde los más recónditos lugares, generalmente de Andalucía una vez al año, en concreto el fin de semana del Domingo de Pentecostés. Romeros, que junto a su medalla, llevan una historia de fe, de esperanza, una promesa, una petición, un agradecimiento a la Virgen. Los diferentes caminos hacia el Rocío convergen en la ermita de El Rocío, que se halla en la aldea de Almonte y donde se venera la Virgen del Rocío, popularmente llamada “la Blanca Paloma”. Días con momentos de alegría, de oración, de cansancio, de sacar las fuerzas que empujan a cruzar las arenas, los ríos y arroyos del camino. Caminos que se llenan esos días de historias, de historia de fe, sacrificio y entrega, de testimonios de los que ofrecen esos días para dar gracias o para hacer una promesa.
Pero sin duda el “camino” que más recuerdos me evoca es el Camino de Santiago que como peregrino recorrí en bicicleta, hace ya algunos años iniciándolo en la Real Colegiata de Roncesvalles, llegando hasta la famosa plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela y entrar a la Catedral por debajo del Pórtico de la Gloria. Fue un deseo, un reto personal, un sueño hecho realidad, que me permitió, mientras a golpe de pedal acortaba distancias, reflexionar, pensar, rezar, escuchar, hablar, oír, escuchar, desfallecer, resistir, animarme y desanimarme y sobretodo, saber seguir adelante, sacar fuerzas de flaqueza y mirar hacia adelante, no echar la vista atrás y seguir pedaleando hacia una meta fijada con ilusión y esperanza. Al final pude decir que para saber que es el Camino de Santiago, hay que hacerlo y creo que el él cada uno descubre so propio camino, yo encontré el mío.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

miércoles, 25 de julio de 2012

HACE VEINTE AÑOS


Hoy hace veinte años y se me ha despertado la nostalgia. Hoy hace veinte años y he sentido como un escalofrió invadía mi cuerpo al recordar aquella espectacular y sorprendente inauguración de los Juegos de Verano de la XXV Olimpiada de la época moderna en Barcelona.
Desde que se hizo la proclamación, el 7 de octubre de 1986, de Barcelona como sede de los Juegos Olimpicos  con aquellas palabras que pronunció el presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch “Á la ville de...Barcelona” y que aún resuenan en los oídos de millones de españoles que empezamos a ver, con cierta incredulidad como se transformaba una ciudad, un pueblo que en el día señalado y a la hora exacta estallaba en júbilo mientras el estadio olímpico acogía el desfile de los atletas de los 169 países participantes, en el aire sonaban las voces de Montserrat Caballé, José Carreras, Plácido Domingo y Alfredo Kraus.  La Fura dels Baus ofrecía una representación inigualable y mientras el sol se ocultaba por poniente los tambores de Calanda hacían retumbar la ciudad y sus redobles llegaban a los lugares más recónditos. Los cientos de voluntarios, entre los que estaba mi hijo Iván, en el lugar de la ceremonia, al caer la noche, clavaron sus ojos en Epi  (Juan Antonio San Epifanio) el ultimo relevista de la antorcha y que procedió al encendido de una flecha que fue lanzada con absoluta precisión por el arquero paralímpico Antonio Rebollo encendiendo así el pebetero ante la mirada atónita de los presentes y de todos cuantos siguieron por TV el evento.
Recuerdo y creo que las lagrimas de una “princesa viendo a su hermano abanderado de España provocaron en muchos un nudo en la garganta o unas lágrimas en las mejillas mientras la sonrisa en los rostros era evidente, el orgullo palpable, el éxito asegurado. No podía ser para menos, la Expo de Sevilla había sido el inicio de aquel inolvidable año del 92 en que “Curro y Cobi” fuero las mascotas de todos.
Han pasado veinte años desde entonces. Tantos como para hacer platear los cabellos, desgastar la mirada, y reavivar las arrugas de la piel. Pero a pesar del tiempo transcurrido, aquello maravilloso, únicos, irrepetibles eventos, Expo y Olimpiada, tuvieron, tienen la magia de hacer que el lejano 1992, ocupe un primer plano en mi memoria.

Volver...
con la frente marchita,
las nieves del tiempo platearon mi sien...
Sentir...
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada,
errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Vivir...
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez...