martes, 13 de octubre de 2009

PRIMERA LUNA LLENA DE OTOÑO

Ya estamos en la primera luna llena de otoño, la noche es menos oscura, y que alegría se siente cuando en la oscuridad hay algo de luz.
Hoy ya sabemos que Madrid no será sede olímpica en el 20016, lagrimas de tristeza seguro que han aflorado en los ojos de algunos, mientras que en otro, interiormente han sentido, experimentado, un sentimiento contrario. ¿Por qué nos alegramos de los fracasos de otros? Ahora se empiezan a pedir responsabilidades, florecen los “profetas”, es lamentable que estos “profetas” no sean los que toman las determinaciones, los que se arriesgan.
Y mientras estos y otros hechos afectan a pueblos, ciudades, al país, al mundo, yo contemplo como la campiña está cambiando su vestido de verano por el del otoño, pocos campos están verdes, solo el algodón ha dejado que su flor se transforme en esas hebras finas, blancas, suaves. Suaves como esa caricia de la madre mientras amamanta al hijo. Como esa palabra al oído de la persona amada, como el beso del hijo que se abraza seguro al cuello de su padre, como la mano amiga que sujeta la tuya mientras caminas, como tantas y tantas cosas pequeñas de la vida cotidiana son blancas, son suaves.
El granado entre sus verdes hojas nos deja ver el amarronado y rojo de su fruto que se desquebraja dejándonos a la vista los múltiples granos que lo conforman. El membrillo y azufaifa maduran, las aves y otras alimañas, mientras suena la berrea, temen la llegada de colleras y realas de podencos, lebreros, perdigueros y galgos que sienten próximo el final de la veda.
Poco a poco, lentamente, languidece el día que nos permitirá ver nuevamente la primera luna llena de este otoño.

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