lunes, 8 de noviembre de 2010

A UN ARQUITECTO



Una vez más en este año, el 2 de noviembre, un evento adquiere para mi una gran y significativa relevancia. Mi hijo Emilio, ha presentado, expuesto y defendido su proyecto final de la carrera de arquitectura.
El resultado ha sido muy satisfactorio, maravilloso, extraordinario, brillante. Su esfuerzo, conocimiento y dedicación han quedado bien patentes delante de un tribunal presidido por el arquitecto Sr Joan Pere Ravetllat acompañado entre otros por Sr. Robert Terradas, director del la “Escola Tècnica i Superior d’Arquitectura La Salle lugar donde ha cursado los estudios.
El PFC es una biblioteca en el barrio del Rabal de Barcelona. Antes del inicio de la exposición y defensa creo que los nervios eran evidentes, sus primeras palabras eran fiel reflejo de ello, pero a medida que ha ido avanzando en la explicación se ha ido afianzando y tomando dominio de la situación, situándose en el lugar y su dialéctica, alocución, voz, desenvolvimiento ante su trabajo ha sabido exponerlo con toda su fuerza verbal clara y entendedora. Me ha maravillado su dominio y soltura, sus expresiones técnicas y casi su desafió en la exposición incluso a su propio proyecto. Sinceramente lo llevaba muy bien preparado y la alegoría a la luz ha sido muy relevante. Quizás el tiempo le ha privado de una más extensa, que no mejor, explicación. Por fin, el final, el mismo tribunal de forma cordial le ha invitado a tomarse un respiro a la vez que solo expresaba y tenía palabras de felicitación.
Mi satisfacción y emoción al terminar el acto creo que eran evidentes. Me he fundido con él en un fuerte abrazo a la vez que mi beso era el hecho más relevante de admiración y agradecimiento por lo que en ese momento vivía y por lo vivido a lo largo de sus años de estudios que hoy llegaban a un punto final.
A pesar del esfuerzo, el sacrificio, los momentos de desaliento, lo que se ha dejado atrás en el camino, en este tiempo y demás contrariedades, sinceramente creo que hoy ha sido la hora de recoger parte del fruto de todos estos años, que seguirá y deseo que siga germinando en el futuro. Emilio, felicidades, te lo mereces, hoy ya eres ARQUITECTO.

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