viernes, 6 de julio de 2018

HACIA DÓNDE MIRAR

El pasado 17 de junio llego al puerto de Valencia la flotilla del 'Aquarius', el 'Orione'  y el 'Dattilo' con un total de  630 náufragos que el Aquarius evitó de la muerte en alta mar. A primera hora de la mañana pisaban tierra firme los primeros inmigrantes a quienes rechazaron acogerlos, Italia y Malta. Rechazados porque los viejos fantasmas del populismo, el fascismo, el racismo, vuelven a recorrer Europa y son muchos los que vulneran impunemente los más elementales derechos de socorrer a los náufragos y prestar auxilio a quienes están en riesgo de morir ahogados en un mar que cada día se está tiñendo con el color de la muerte.
Es muy triste y lamentable que ya no importan quienes viajan a la deriva. Niños, mujeres, hombres exhaustos son rechazados categóricamente a ser acogidos y a prestarles auxilio.  Se recrudece el drama en el Mediterráneo, y la presión sobre esas fronteras exteriores de la UE especialmente vulnerables que son las costas españolas próximas al mar de Alborán y a las aguas del Estrecho a donde en los últimos meses la entrada por vías irregulares superaron a las de otros años y a las registradas en Italia y Grecia
Esta llegada masiva de migrantes procedentes de las costas del Campo de Gibraltar, está haciendo que se saturen los centros de acogida y se busquen alternativas y se habiliten los espacios necesarios para que estas personas puedan ser atendidas en primera instancia antes de que marchen a otros lugares de España y Europa. Esta llegada masiva de migrantes está haciendo que los equipos de Salvamento Marítimo, Cruz Roja y otras organizaciones de voluntarios, estén saturados y sus miembros agotados por tanto trabajo, pero aun así, todos siguen prestando auxilio. Un ejemplo de humanidad del que deberían tomar modelo y hacia dónde mirar otros países.
Es urgente la adopción de medidas de mayor calado, no ya en España y mucho menos en los pueblos y ciudades del Campo de Gibraltar y sus aledaños, sino a nivel europeo. La UE no puede seguir ajena a la presión migratoria que el continente africano ejerce sobre los países del sur. No se puede recurrir a la improvisación, ni las permanentes soluciones de emergencia. Las labores de salvamento de las embarcaciones de las ONG, el rescate de los náufragos, los centros de retención... son parches, son soluciones precarias,  que si no se complementan con otras medidas más eficaces  retardan irresponsablemente la solución de estos seres humanos que se lanzan a la supervivencia poniendo en riesgo su vida. Es precisa una solución que se debe fundamentar  en conseguir que los países emisores, o su entorno, tengan condiciones de vida suficientes para que escapar ya no sea la única alternativa para su moradores.
Parece que los gobernantes europeos y los de los países de procedencia ignoran que la mayor parte de los sirios, los nigerianos o los iraquíes querrían permanecer en sus hogares. Pero no pueden. Por la guerra, el miedo, el hambre, el fundamentalismo, la persecución…
Parece que los gobernantes europeos y los de los países de procedencia se dedican a mirar para otro lado y simular que no está pasando nada.

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