viernes, 17 de febrero de 2012

A JUAN, MI AMIGO

Nuevamente me veo ante la dolorosa noticia de la muerte. Esta vez es mi amigo Juan el que ha cerrado los ojos a la luz del día para abrirlos a la de la eternidad, a la vida perdurable. Hoy se me hace muy difícil sentarme aquí y empezar a escribir sobre ti, no sé por dónde empezar, ni qué decir.
Es curioso, cuando alguien no está empiezas a recordar esas pequeñas cosas que lo hacían ser él: su sonrisa, su bondad, sus gestos, su forma de hablar, sus reacciones a diferentes situaciones, su forma de andar y de moverse... Recuerdas lo que has aprendido de esa persona, que, en este caso, es mucho. A veces, te sorprendes recordando una situación determinada, y se te dibuja una sonrisa en la cara. A veces piensas en lo que ya no será, y te asoman las lágrimas
Remonto mi mente al pasado y no puedo por menos que recordar los momentos  compartimos en nuestra vida laboral, escuela, pupitres, aulas, taller, pizarra y alumnos que año tras año instruimos y formamos con entrega y dedicación máxima. Formamos parte de un equipo de profesores que nos favoreció la amistad y el cooperar al unisonó en proyectos planes, ideas en pro de unos alumnos que hoy también han estado presentes en la ceremonia de despedida.
Desde hace años has luchado contra la enfermedad, contra las adversidades que tus dolencias iban marcando en tu organismo y mostrándonos la pasión que sentías por los tuyos, tu eterna sonrisa, tu bondad, tu amistad y cordialidad para con todos.
Juan era un hombre bueno y con esa bondad nos hicimos amigos inseparables e incondicionales y cuando digo amigo, digo aula, taller, comida, tabaco, viajes y tantas y tantas cosas compartidas, conversaciones, discrepancias, coincidencias, risas, palabras intercambiadas, confidencias, complicidades y cuanta amistad. Tu abrazo era mi ayuda, mi apoyo, mi alivio, mi aliento, mi esperanza, era el abrazo del hermano.
Tu partida, tu ausencia física nos deja un gran vacío pero nos llena el corazón todo cuanto en vida nos has dado y enseñado, gracias Juan por todo lo que hemos compartido a lo largo de tantos años. Estoy convencido que Dios te acogerá en su gloria, desde allí asístenos. Tu partida me hace pensar que:

Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

1 comentario:

  1. Cristina Martínez Aparicio27 de febrero de 2012, 11:18

    Te agradezco estas sentidas palabras sobre mi padre.
    Es un orgullo para mi leer estos mensajes sobre la figura y la persona que era mi padre tanto a nivel laboral como personal.
    Es cierto que se ha ido una gran persona y que ha dejado una gran ausencia, pero desde allí donde esté junto con mi madre nos acompañaran y nos ayudaran a seguir el dificil camino que nos pone la vida delante de nuestros pasos.
    Un beso y gracia por recordarlo.
    Cristina.

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