A
pesar de que se nos muestra un mundo donde importa más el continente que el contenido he de reconocer que el momento
vivido el primer día de septiembre me ha mostrado un contenido cubierto de un
envoltorio bonito y atrayente.
He compartido un evento vivido en un
marco adornado con gusto para la ocasión, un lugar perfecto, lleno de cariño,
respeto, sonrisas y alegrías contagiosas que eran la manifestación de un gran
amor que se ha manifestado, rubricado, formalizado en la ceremonia de la boda
de mi hijo Emilio con Gema.
Una
nueva fecha se fija en el calendario de mi vida. Un día que me ha llevado a recapitular
en mi memoria hechos acontecidos a lo largo de mis años.
Mientras
se acicalaba, cuando lo he visto rodeado de familiares y amigos, al quedarme mirándolo,
en esa brevedad del tiempo, he condensado como cerca o lejos lo he visto,
vivido, jugado, enseñado, amonestado, hablado, acompañado… mientras crecía y
aun hoy me siento muy cerca de él a pesar de que ha volado, ha emprendido su
camino y en el silencio, con la duda de su partida, con el temor de verlos
partir hacia el destino de la vida y caminar por ella junto a su compañera
amada, experimento el orgullo de ser padre.
Al
final del día he constatado la fuerza del amor, vivido la grandeza de la
amistad, sentido el poderío de la alegría, el abrigo de todos.
Al
final del viaje llego a mi piso, abro la puerta a la vez que cierro un día
lleno del orgullo de ser padre, de haber compartido, una vez más, un
acontecimiento tan importante en la vida de esta nueva pareja a la que deseo
todo lo bueno que la vida pueda brindarles, que sepan caminar juntos, avanzar y
llegar a las metas fijadas en el día de hoy y que se han de renovar en cada
amanecer.
Un
hecho más en mi existencia y una fecha imborrable en mi memoria.
QUE
SEÁIS MUY Y ETERNAMENTE FELICES.
OS
QUIERO MUCHO
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