viernes, 6 de mayo de 2016

JEREZ Y SU FERIA

Jerez de la Frontera, la ciudad aristocrática y popular, la urbe noble, señorial y popular, la capital ecuménica del vino, del caballo y del flamenco vuelve a vestirse de fiesta, de color, de guirnaldas y farolillos en su recinto ferial, el parque González Hontoria, retorna la anual y tradicional Feria del Caballo, rememorando lo que antaño fue una feria de comercio equino.
Días que permiten homenajear así a un animal sociable y ligado a las tareas agrícolas de la zona, arado, siembra, siega, trilla, vendimia…, si bien, y a día de hoy, el caballo está reservado al paseo, el tiro de carruajes y a diferentes actividades deportivas y de ocio, adquiriendo gran relevancia la cría y doma de animales de pura raza española en yeguadas de renombre universal como es la Yeguada de la Cartuja - Hierro del Bocado, calificada como la principal ganadería del mundo dedicada a la mejora del caballo español de pura raza y la estirpe cartujana en particular, línea de cría del caballo andaluz cuyo nombre proviene de la Cartuja de la Defensión, ubicada en esta ciudad.
El albero volverá a transformarse en polvo al ser batido  por el viento de levante o al ser aplastado por los visitantes, por los caballos, por las calesas  tiradas por troncos que lucen  atelaje «de collerón» o de «pechera»  vistosos y relucientes propios para la ocasión, para ser lucidos y admirados por eruditos y profanos que ven desfilar por el recinto del ferial una formación digna de conocer, admirar, contemplar y elogiar.En esta feria vuelven, una vez más, las bulerías, con un compás ligero y redoblado, legado de magníficos artistas jerezanos y que los caseteros, harán audibles durante estos días y el público asistente bailará al compas de ese palo flamenco, el más típico de Jerez de la Frontera  haciendo que la Feria del Caballo sea también por bulerías. Música que se entremezcla con el bullicio de las gentes y la propaganda de los “cacharritos”, de los puestos de venta de turrones, buñuelos, juguetes etc.
En bares, tiendas, trabajo o en los encuentros casuales por la calle, se comenta el ir y venir de la feria, lo anecdótico del lugar, el “rebujito” el alumbrado, el engalanado de las casetas y las viandas que en ellas se sirven y se elaboran en la trastienda cuyo ajetreo y algazara de enseres de cocina es constante para poder tener a punto los guisos de garbanzos, de papas con choco, las tortillas de papas, los pimientos fritos, los montaditos, los platos de jamón ibérico, chacinas, gambas, queso, y algunas variedades de tapas.
El próximo sábado, la luna nueva dejará ver las estrellas encendida alumbrando el ferial y la noche se verá sorprendida y rota por los fugaces resplandores y el estruendo  de los fuegos artificiales que iluminarán la noche, y que ponen fin a estos días de feria.
Los cohetes estallarán como suspiros en la noche, como suspiros de las gentes que entre bulerías y palmas, ir y venir por el ferial, constatan que ya pasó la alegría, el bullicio, que han modificado por unos días su modo de vida, olvidado sus preocupaciones y retornará a la realidad del día a día de una ciudad inmersa en un elevado porcentaje de paro que refleja una desigualdad social preocupante.

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