Los terrenos que circunvalaban una gran ensenada se vieron
afectados por un devastador cataclismo
geológico. Este siniestro suscitó muchos efectos caóticos, y como resultado provocó que surgieran unos
realces pétreos desde el abismo del mar. Esta masa surtida se vio afectada y
expuesta a diversos y variados fenómenos terrestres, que fueron forjando el
aspecto que actualmente presenta la zona. El perturbador fenómeno también
provocó la decadencia, declinación y extinción de gran cuantía de variedades animales de
aquellos términos. La hecatombe, asimismo, originó el despertar de variedades
animales aletargados y de formas extrañas, algunas de las cuales eran
semejantes a cefalópodos
del orden Teuthida.
Estos animales empezaron a emerger desde las simas y a descender de las zonas
altas hacia las ocupadas por mares.
Estos invertebrados que comenzaron a desplazar descendiendo
de las cimas, en su discurrir, su manto o saco visceral iba arrasando todo
cuanto hallaba a su paso, dejando unos terrenos baldíos y yermos. Cuando
alcanzaron el mar, se encubrieron en sus adentros provocando la subida del
nivel de las aguas y la consiguiente inundación de las tierras limítrofes que
quedaron anegadas hasta que todo retornó a la normalidad, y así se creó la
llamada zona de la ribera donde se
obraron atarazanas, se construían y reparaban embarcaciones para la pesca. También
en la zona de la ribera se obraron cobijos humildes y sencillos donde habitaban
las familias de los hombres dedicados a los oficios de la mar. Los engendros semejantes
a cefalópodos poseían grandes y luengos tentáculos ubicados sobre la cabeza.
Apéndices que en el discurrir de los monstruos hacia el mar, al igual que su
manto o saco visceral, iba asolando todo cuanto hallaba a su paso, formando
torrentes y ramblas y dejando unos terrenos baldíos y yermos, que tenían entre
sí cierta concordancia y similitud entre los espacios que invadieron los
tentáculos. En estos espacios, que con el transcurrir de los tiempos se
alisaron y rellenaron, se fueron asentando pobladores locales, procedentes de
la zona de la ribera y foráneos,
oriundos de lugares limítrofes. Estos nuevos moradores constituyeron un núcleo cortesano.
Núcleo que dio acogida a
variados moradores trashumantes, creadores de murallas para protección de
ciudadelas, de zonas de actividades mercantiles, de expansión y lugares de
cultura y formación. En delimitadas zonas, incluso, se poblaron de vegetación
que dio al entorno un encanto, magia y embeleso que formaba parte del orgullo
de todos los moradores del lugar que, con apego y agrado, cuidaba a diario de
todo su entorno tan preciado y, no solo por los pobladores, sino también por
quienes visitaban el lugar para admirar el progreso y logro conseguido por los
pobladores asentados en aquellos entornos desde las épocas más remotas hasta
los momentos recientes.
Querido Emili Manrique, qué alegría verte aquí. No sabía que escribías. Fuiste profesor mío de tecnología en el ETPClot, de esto hace 20 años, en aquel entonces tenía 12 o 13 y ahora 32. Cosas de la vida me empezó a gustar el dibujo técnico y el Autocad, cuando entonces era versiones muy primerizas. Resultó que estudié arquitectura y ya hace años que me dedico. Tengo un gran recuerdo de ti, mis 2 hermanas también estudiaron en el mismo colegio y te tuvieron como profesor. Un abrazo fuerte. Alba Núñez
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