miércoles, 2 de diciembre de 2009

A la Sra. DOLORES

Sumidos en el dolor por su viaje a ese destino sin regreso, quiero manifestarle mi más sentido agradecimiento por TODO.
Cuando hace unos años, movido por el sentimiento que me une a su hija Lola, la conocí, vi en Ud. a una persona callada, de largos pero expresivos silencios, una persona amable, bondadosa, servicial, reconciliadora y sobretodo HOSPITALARIA.
El tiempo, el paso de los años, me ha ayudado a reafirmar todas esas cualidades que son el legado que hoy nos deja.
Ha sido, la bondadosa esposa, madre, abuela, bisabuela, tía, cuñada y vecina admirable, hoy aunque se marche puedo asegurarle que permanecerá para siempre entre nosotros.
Sra. Dolores, no he olvidado, no olvidaré su cara de alegría infantil mientras abría el paquete de pasteles, bombones o chocolate que tanto le gustaban y hacia que se autodefiniera como “la reina del dulce”.
Seguro que cada uno de los que estamos aquí para darle el último adiós tenemos miles de recuerdos de cuantos años hemos compartido con usted.
Contemplo con admiración y respeto como en su partida no se lleva nada porque nunca nada tuvo, porque todo lo repartió y compartió entre los que la rodeaban. Sra. Dolores, su generosidad ha sido tan grande que estoy seguro de que el Altísimo la premiará con ese lugar de descanso, paz y felicidad eterna que se merece.
No puedo decir a los que aquí estamos reunidos, que no lloren, que no se aflijan, pero si me atrevo a pedirles que sepamos vivir con esa generosidad, bondad, cariño y respeto que Ud., a lo largo de su vida, nos ha ido manifestando y transmitiendo.
Mi último recuerdo quiero que sea un interminable abrazo, y allá donde Dios la siente, siga velando y preocupándose por los que siempre la hemos querido, la queremos y la seguiremos queriendo. (Sevilla 24-11-2009).

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