Cuando oigo o escucho la
palabra "camino" rápidamente me es fácil relacionarla con múltiples
calificativos o complementos.
Yo soy el Camino, la
Verdad y la Vida (Jn 14, 6-14).
Todos
los caminos llevan a Roma.
Caminos de hierro del
norte de España, camino del trabajo, camino de la vida, camino del cielo,
camino sinuoso, camino ....La palabra me evoca la antigua canción, 'Camino
verde', los famosos verbos de Machado, 'Caminante no hay camino, se hace camino
al andar, las pinturas paisajística de David Hockney representando caminos de su entorno
Pero también me hace pensar en ese,
popularmente denominado, Camino del Rocío por él, miles de romeros lo emprenden
desde los más recónditos lugares, generalmente de Andalucía una vez al año, en
concreto el fin de semana del Domingo de Pentecostés. Romeros, que junto a su
medalla, llevan una historia de fe, de esperanza, una promesa, una petición, un
agradecimiento a la Virgen. Los diferentes caminos hacia el Rocío convergen en la
ermita de El Rocío, que se halla en la aldea de Almonte y donde se venera la
Virgen del Rocío, popularmente llamada “la Blanca Paloma”. Días con momentos de
alegría, de oración, de cansancio, de sacar las fuerzas que empujan a cruzar
las arenas, los ríos y arroyos del camino. Caminos que se llenan esos días de
historias, de historia de fe, sacrificio y entrega, de testimonios de los que
ofrecen esos días para dar gracias o para hacer una promesa.
Pero sin duda el “camino” que más
recuerdos me evoca es el Camino de Santiago que como peregrino recorrí en
bicicleta, hace ya algunos años iniciándolo en la Real Colegiata de
Roncesvalles, llegando hasta la famosa plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela
y entrar a la Catedral por debajo del Pórtico de la Gloria. Fue un deseo, un
reto personal, un sueño hecho realidad, que me permitió, mientras a golpe de
pedal acortaba distancias, reflexionar, pensar, rezar, escuchar, hablar, oír, escuchar,
desfallecer, resistir, animarme y desanimarme y sobretodo, saber seguir
adelante, sacar fuerzas de flaqueza y mirar hacia adelante, no echar la vista atrás
y seguir pedaleando hacia una meta fijada con ilusión y esperanza. Al final
pude decir que para saber que es el Camino de Santiago, hay que hacerlo y creo
que el él cada uno descubre so propio camino, yo encontré el mío.
Caminante, son tus
huellas
el camino y nada
más;
Caminante, no hay
camino,
se hace camino al
andar.
Al andar se hace el
camino,
y al volver la vista
atrás
se ve la senda que
nunca
se ha de volver a
pisar.
Caminante no hay
camino
sino estelas en la
mar.
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