Hoy hace veinte años y se me ha despertado la nostalgia. Hoy hace veinte años y he sentido como un escalofrió invadía mi cuerpo al
recordar aquella espectacular y sorprendente inauguración de los Juegos de Verano de la XXV Olimpiada de la
época moderna en Barcelona.
Desde
que se hizo la proclamación,
el 7 de octubre de 1986, de Barcelona como sede de los Juegos Olimpicos con aquellas
palabras que pronunció el presidente del Comité Olímpico Internacional,
Juan Antonio Samaranch “Á la
ville de...Barcelona” y
que aún resuenan en los oídos de millones de españoles que empezamos a ver, con
cierta incredulidad como se transformaba una ciudad, un pueblo que en el día
señalado y a la hora exacta estallaba en júbilo mientras el estadio olímpico
acogía el desfile de los atletas de los 169 países participantes, en el aire
sonaban las voces de Montserrat Caballé, José Carreras, Plácido Domingo y
Alfredo Kraus. La Fura dels Baus ofrecía
una representación inigualable y mientras el sol se ocultaba por poniente los tambores
de Calanda hacían retumbar la ciudad y sus redobles llegaban a los lugares más
recónditos. Los cientos de voluntarios, entre los que estaba mi hijo Iván, en el lugar de la ceremonia, al caer la
noche, clavaron sus ojos en Epi (Juan
Antonio San Epifanio) el ultimo relevista de la antorcha y que procedió al
encendido de una flecha que fue lanzada con absoluta precisión por el arquero
paralímpico Antonio Rebollo encendiendo así el pebetero ante la mirada atónita
de los presentes y de todos cuantos siguieron por TV el evento.
Recuerdo y creo que las lagrimas de una “princesa
viendo a su hermano abanderado de España provocaron en muchos un nudo en la
garganta o unas lágrimas en las mejillas mientras la sonrisa en los rostros era
evidente, el orgullo palpable, el éxito asegurado. No podía ser para menos, la
Expo de Sevilla había sido el inicio de aquel inolvidable año del 92 en que
“Curro y Cobi” fuero las mascotas de todos.
Han pasado veinte años desde entonces. Tantos
como para hacer platear los cabellos, desgastar la mirada, y reavivar las
arrugas de la piel. Pero a pesar del tiempo transcurrido, aquello maravilloso,
únicos, irrepetibles eventos, Expo y Olimpiada, tuvieron, tienen la magia de
hacer que el lejano 1992, ocupe un primer plano en mi memoria.
Volver...
con la frente marchita,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo platearon mi sien...
Sentir...
que es un soplo la vida,
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada,
errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Vivir...
con el alma aferrada
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez...
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