Los
hechos acontecen y no tengo la capacidad de poderlos recopilar, tratar o discernir
sobre ellos como me gustaría.
Se
han cumplido treinta y cuatro días desde el fatídico accidente del tren ALVIA
en la llamada “curva de Angrois” en Santiago de Compostela el 24-Junio a las 20:41h. Accidente
ferroviario que salta a los informativos causando una profunda conmoción en el país
que a través de TV observa minuto a minuto los detalles de la tragedia
acompañada de comentarios de todo tipo. Comentarios variopintos especialmente
sensacionalistas y condenatorios dirigidos principalmente y como siempre al más
débil, el maquinista, que ha salido con vida de tan dramático accidente. ¿En
pleno siglo XXI, con toda su tecnología, la seguridad de un tren de velocidad
alta depende solamente del factor humano?
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCUKgHf5Rt0L7ge6BkfNhEuNiO_x30NCqMPTo7giqmVTqjuDlxU-ft9J8Kq8hFpqf-aeNjgVhx_7bWfhBypbXxCH5XB8v634bJmCNZey9SyGAz0VjiIxrYKQz8t7SAP_3dm7Gi6RxItAs/s320/watermark.jpg)
He llegado a oír comparar un tren con un
coche, que es como comparar un elefante con una hormiga y a medida que se
esclarecen los hechos se constata que las medidas de seguridad básicas eran
inexistentes y se deja en evidencia que una sola circunstancia, la atención a
una llamada telefónica al maquinista, no produce un accidente.
Nadie dimite, nadie es claro hablando, nadie
acepta responsabilidades y se toman medidas, una vez más, después de una tragedia
que si los sistemas de seguridad hubiesen sido los adecuados, difícilmente hubiese
tenido lugar.
Hay las fotos de rigor con rostros de
facciones compungidas y en las que no falta ninguno de los que “están con el dolor
del pueblo” vestidos para la ocasión y con cara de entender algo de lo que no
entienden nada. Mientras, unos héroes anónimos, los vecinos de Angrois, se
recuperan de los momentos vividos y las familias de las víctimas se dispersan
hacia sus lugares de origen llevándose el dolor, la pena, la resignación, los
sueños e ilusiones rotas, truncadas y unos destrozados enseres personales de
quienes viajaron hacia un destino inesperado. A las víctimas y familiares
transmito mi pesar con el deseo de que la justicia sea verdaderamente justa con
ellos.
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