A
sorbos de paz, de esperanza y unos largos tragos de felicidad, me voy bebiendo
la vida, voy alentando los días y sin necesidad de pensar que el paso del
tiempo es inevitable y evidente, que en mi rostro se distinguen, cada vez más
profundas, las arrugas que el
transcurrir de los años me va dejado.
A
veces tengo la sensación que ese transcurrir inexorable, sincronizado,
armonizado, acompasado, del tiempo, un mes y otro mes que nos lleva a
primavera, verano, otoño e invierno y volver a empezar, solo lo percibo, lo
constato, lo aprecio, cuando en ese periodo está marcado por algún
acontecimiento relevante.
Esta
vez y en estas fechas, el 10 de diciembre, un año más, y así hasta mi
sexagésimo sexto aniversario, ha queda reseñado en el calendario de mi vida. Algunos
momentos de este día me han permitido recapitular en mi memoria hechos
acontecidos a lo largo de mis años, recuerdos que se remontan más a los años de
adolescencia que a los de la infancia. Años, que a diferencia de ahora, el
trajín del trabajo a veces no me permitían ser totalmente consciente día que
estaba viviendo ni disfrutar de todo cuanto de novedoso ese día tenía. Ahora
tengo más tiempo para pensar, de sentir más y mejor a la persona con quien
comparto mi vida, que hace que cada mañana me llene la esperanza y más en un día tan significativo
para mí.
A
través de las redes sociales, de wassaps, correos electrónicos y demás medios
de comunicación actuales he ido recibiendo los buenos deseos de mis hijos, de
la familia, los amigos y allegados. Constatar este recuerdo me llena de satisfacción,
de alegría, de
Hoy
he hecho un repaso del pasado más reciente, analizado mi presente y de alguna
manera, planificar mi futuro, sin grandes ambiciones, sin metas inalcanzables y
con el deseo de saber seguir aprendiendo de los demás.
Hoy
he sentido las ausencias de aquellos con quienes tantos años he compartido este
día, pero su recuerdo, vivo en mí, me hace sentirlos cerca en el recuerdo.
Hoy
he percibido la grandeza de la vida, la fuerza del amor, del cariño, del
afecto, de la lealtad, de la amistad y de esos valores que he ido adquiriendo a
lo largo de mis años.
Hoy doy gracias al Altísimo y a vosotros por hacerme consciente
de que poseo algo muy grande, gente que me quiere, que me recuerda. Sentir la experiencia de los años vividos y la
fuerza de la convicción de mis principios y valores.
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