Finaliza mayo, y fue a finales de mayo cuando el Premio
Nobel de Literatura (1958) Juan Ramón
Jiménez Mantecón nos dejo definitivamente sus poemas, sus obras, su
narración lirica, Platero y yo, en la
que se puede leer:
Mira, Platero, qué de rosas caen por todas
partes; rosas azules, rosas blancas, sin color... Diríase que el cielo se
deshace en rosas. Mira cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las
manos... ¿Qué haré yo con tantas rosas?
Finaliza mayo, el mes que nos ha permitido
ver en flor el olivo, la del granado, las almendras verdes, granados los trigos
y la cebada y nos permitirá disfrutar del “veranillo de las rosas y el ruiseñor”
Finaliza mayo, dejando los campos revestidos de
flores, adornados del color del trigo maduro, de girasoles que empiezan a mostrar
sus lígulas amarillas, los jardines teñidos de verde oliendo a tierra mojada, y
los patios. ¡Ay los patios!.
Los patios, esa zona sin techumbre situada en el interior de
una vivienda, propia de la arquitectura
popular mediterránea, adquieren un matiz especial en el mes de mayo.
En estas tierras de luz y de color los patios
son “particulares”. privados, vecinales, unas veces señoriales y otras
populares, que huelen a flor, a frescura, pero siempre originales e
inmaculadamente limpios, de paredes encaladas o alicatadas, rezumando frescor y
llenos de plantas y flores, son mudos testigos de historias pasadas, de risas, de
coplas, de brindis, de fiestas, de noches llenas de estrellas, de juegos de
niños, de incipientes amores perfumados de claveles, gitanillas, geranios,
jazmines y plantas de verdes y fragantes hojas.
Es tal la relevancia de los patios que en la
ciudad de Córdoba se pueden visitar durante la segunda y tercera semana de mayo,
los patios típicos cordobeses del casco antiguo de la ciudad. Los propietarios
de los patios, los adornan y los abren al público para que propios o foráneos
experimenten el deleite de ir paseando por esas callejuelas y tener la
posibilidad de entrar a los patios que con las puertas abiertas de par en par invitan a pasar
y admirar esos patios, que se ven mimados, cuidaos, con las manos de quienes se
entregan día tras día a disfrutar cuidando esas plantas, macetas, flores, combinando
sus colores para que los visitemos y nos
marchemos con el deseo de volver.
Patios de las casas que son particulares
porque quienes los habitan, los viven y los cuidan son particulares, amantes de
la naturaleza que destierra los colores grises y negros para pintarse y
transmitirnos los colores de la vida, de la felicidad, de la esperanza, de la
alegría…
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