Hay días que por sí mismos tienen una relevancia
universal como es el caso del 21 de junio. El solsticio de verano, en el Hemisferio
Norte ocurre generalmente este día marcando el final de la primavera e inicio del
verano.
Hay días a los que nosotros le damos una especial
relevancia. Los marcamos como inolvidables en nuestras vidas, como es el caso
del 21 de junio del 2014
En este día, cuando el sol iniciaba su descenso por el
horizonte, oímos como nos leían:
Un faro
En aquellos tiempos, un faro era una vela y un espejo
Un faro era quién guiaba un velero a resguardo
Un faro era esperanza, sonrisas y el preludio de un abrazo
Los ojos se empañaban porque, al fin, estábamos en casa
Una vela y un espejo,
Una vela; esa luz que te guía, que te acompaña en cada paso del día a día,
que sabe iluminar tu cara y que sabe dibujar tus sombras. Que es cálida, que en
torno a ella recrea un nuevo hogar.
Emilio y Lola, Lola y Emilio
Espejo y luz de cada uno, y del otro
Juntos hacéis un faro en vosotros y para los otros.
Viniste de lejos y te quedaste, apareciste de lejos y me resguardaste.
Y cuando se pone el sol en este patio, encendemos una vela para recordar y
para celebrar que estamos juntos entre hierba buena, poleo y jazmines.
Y cuando se pone el sol hoy aquí estamos.
En ese día mientras el sol se ocultaba por la lejanía, yo
leía:
“Prometo ayudarte siempre a amar la vida.
A no soltar tu mano en nuestro camino de cada día.
Abrazarte siempre con ternura
Prometo tener la paciencia que el amor exige.
Hablar cuando hagan falta palabras y compartir el silencio cuando no.
Vivir siempre al abrigo de tu corazón y llamarlo siempre hogar
Prometo amarte locamente en todas las facetas de tu vida ahora y siempre
Prometo dedicarte con gusto mi
tiempo, mi esfuerzo de ser mejor cada día, mi ilusión y mi locura, mis ganas de
vivir, y por un camino de esperanza,
juntos vivir y caminar en paz.
Prometo no olvidar jamás que eres mi amor único en la vida
Y saber siempre, en lo más profundo de mi alma, que no importa que desafíos
puedan separarnos, siempre halláremos la forma de volver a unirnos”.
En este día cuando la noche se hizo cerrada, se adorno de
estrellas que alguien en algún lugar enciende y se ilumino con la luz de la
luna de Géminis, los “te quiero”, los besos, los abrazos, los recuerdos, los presentes,
los apretones de manos, las risas las palabras, la emoción contenida, la voz
quebrada, las lagrimas, la música, los brindis, la familia, los amigos, los de aquí
y los de allí. El icono de cinco velas encendidas que son luz para el camino, junto
con todo lo demás, se perpetuo en el lugar donde la mente y el corazón guardan
los recuerdos imborrable.
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