Veintisiete de julio, verano,
y el calor, como siempre en estas fechas estivales domina en el ambiente y en
mi mente confluyen los recuerdos de aquel día que amaneció un tanto incierto y
al final vivimos el desenlace que me dejo huérfano.
Te vivo en cada recuerdo de
mi infancia, de mi adolescencia, de mi edad madura. Te evoco y renacen tus
abrazos, tus consejos y reprimendas, tus palabras de aliento, tus instrucciones
para la vida. En infinidad de días siento que ahora si, ahora si que tengo
cosas para contarte y sé que disculpas mis silencios. Hoy sigo aquí, recordando
tu cariño, amando tus recuerdos y constatando que nunca vuelve aquello que se
pierde pero que vive en mi porque el cariño, el recuerdo a ti, querida mama,
siempre perdura.
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