Tanto
la primera como la segunda Guerra
Mundial dejaron hundidas en el caos y la desgracia a millones de
personas, las tierras abonadas de sangre y unas lecciones que, a mi parecer, de
poco o de nada han servido.

Se celebran aniversarios, pero las guerras siguen
siendo múltiples en los diferentes países de la Tierra, lo que muestra, que
nada se ha aprendido de las trágicas consecuencias que han dejado los
conflictos bélicos a lo largo y ancho de la geografía universal. Guerras que
solo hacen que unos se enriquezcan con la venta de armas y otros sean víctimas
de esas mismas armas.
En la misma Europa, actualmente se están sometiendo
a determinados pueblos a vivir unas penurias similares a las que se vivieron
durante y después de las contiendas. Sí, hay una diferencia, la situación no es
cruenta pero si de miseria y lo que más me sorprende, en nombre de la
democracia y del bien de los pueblos.
El
pasado domingo se marco con el 9-N, el nacimiento de un nuevo aniversario, porque
ese día y enarbolando la palabra democracia,
se realizó en Cataluña, la llamada “consulta alternativa” un sucedáneo
de consulta a la de autodeterminación del 9-N como el Gobierno de la
Generalitat había previsto. La participación fue el resultado más relevante y
que puso de manifiesto que votar es un derecho de los ciudadanos y no solo se
ha de votar cuando los políticos quieren, sino cuando el pueblo lo pide; a la
vez que se pone en evidencia que el Gobierno Nacional y el de la Generalitat
están más en las antípodas que nunca.
Sería
de desear que los aniversarios permitieran reflexiona para no cometer los
mismos errores del pasado, porque aquello que parece histórico se diluye a las
pocas horas.
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