jueves, 11 de diciembre de 2014

UNA VEZ MÁS


En  mi ya larga estancia  en esta  vida he  aprendido  muchas  cosas, algunas   de  ellas a fuerza de estudio, trabajo, tesón, empeño, ahínco y fuerza de voluntad. Otras me las ha ido enseñando la misma vida a lo largo de estos  sesenta y siete años recién cumplidos que me han aportado experiencia, objetividad, madurez y a saber relativizar los momentos y las situaciones.
 Una vez más no me es sencillo hacer un breve repaso y apreciar que es lo más importante que he aprendido en este tiempo, y que es fácil aplicar frases conocidas, pero quizás no es tan factible percatarse de que efectivamente si lloras porque se oculta el sol, las lagrimas no te dejaran ver las estrellas. Lo que si tengo claro es a no ampararme en  que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque cada tiempo tiene su grandeza, su esperanza, su alegría, su felicidad a pesar de constatar que con el paso del tiempo las ausencias de los seres queridos son mayores, que son pocos los amigos que van quedando pero es gratificante y necesario manifestarles cuánto los queremos como yo lo he podido experimentar en este día de mi cumpleaños, en el que me he sentido muy querido y acompañado y no sólo por quienes tengo cerca, sino que desde la distancia me han transmitido esos deseos de felicidad que todos deseamos vivir y compartir.
Hoy veo mejor que junto a mi tengo una vela;  esa luz que te guía, que te acompaña en cada paso del día a día, que sabe iluminar tu cara y que sabe dibujar tus sombras.  Que es cálida, que en torno a ella recrea un  nuevo hogar.
Hoy veo mejor que frente a mi tengo un espejo; ese reflejo, que siempre está contigo, que a veces lo buscas y a veces lo huyes, pero que te tranquiliza tanto que siempre esté ahí.
Una vez más he podido constatar que mis hijos son mi mundo, pero que sus mundos tienen otros nombres sin que ello signifique olvido o desapego, simplemente es aceptar la realidad que la vida nos presenta.
Una vez más me siento dichoso de poder verificar que la felicidad no consiste sólo con estar al lado de alguien, sino en saber compartir con esa persona esos momentos de convivencia, de felicidad y saber enamorar cada día a quien me acompaña en mi vuelo cotidiano.
Una vez más me veo una persona afortunada porque he sabido aprender de quienes he tenido y tengo a mi lado y a todos doy gracias por compartir su vida conmigo y permitirme seguir aprendiendo de ellos y con ellos.

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