martes, 28 de abril de 2015

TIEMBLA LA TIERRA


El 25 de abril del 2015 quedará señalado para siempre en la historia de las catástrofes mundiales como han quedado otras muchas fechas a lo largo de la historia por el mismo motivo. Ese día un seísmo de magnitud 7,9 en la escala Richter, registrado a las 11:57 h. en Nepal, hacía temblar los cimientos de la tierra nepalí  devastando,  la capital  Katmandú, y extendiendo la destrucción a gran parte de un país multicultural, multilingüe y secular con las más altas y gélidas cumbres de la tierra, ese techo del mundo que en cuestión de segundos se ha hundido convirtiéndose en el sepulcro de quienes en la zona del Everest deseaban llegar hasta la cima de la tierra, el Himalaya.
Después de  unos días de la aterradora tragedia y detrás de los sucesivos recuentos, se han puesto de manifiesto la magnitud de la tragedia acaecida en y el balance de fallecidos por el devastador terremoto cada día es creciente. Posiblemente nunca se sepa el número concreto de quienes han perdido la vida y el valor de los cuantiosos daños materiales que han abocado a los nepalís al dolor, la miseria,  la desolación, la pobreza y la pérdida de los recursos básicos para la más imprescindible subsistencia, ya que a los campos devastados y asolados hay que añadir la destrucción de la plaza Basantapur Durbar de Katmandú, la torre Dharahara, el templo Manakamana, y otros edificios, templos, palacios budistas e hinduistas, monasterios, emblemáticos y atractivo reclamo para un turismo que aportaba algunos beneficios a  un país enmarcado entre los más pobres y menos desarrollados del mundo.
Una vez más la solidaridad de la población“favorecida” es precisa, es obligatoria, es imprescindible, es urgente, es...
Una vez más hace falta absolutamente de todo para una población cuyas infraestructuras de transporte son relativamente subdesarrolladas, lo que impide la pronta llegada de todo lo que es imprescindible en estas situaciones.
Una vez más vemos a niños llorar, pedir, sufrir, penar, dormir y deseamos, esperamos, queremos verlos muy pronto, vivir como merece su condición de niños, aún en medio del caos y la tragedia, siendo felices.
Una vez más es precisa la solidaridad de todos y dar gracias, gracias a quienes ayudan porque así empujan a la raza humana para que sea más grande, más atrevida, y vivir la vida de verdad en vez de sobrevivir a ella.

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