jueves, 6 de agosto de 2015

HIROSHIMA SETENTA AÑOS DESPUÉS

Tal día como hoy hace setenta años, la bomba atómica (Little Boy) fue arrojada a las 08:15 horas de Hiroshima causando la muerte de miles de personas civiles y dejando una secuela de muertes y destrucción que durante años ha ido afectando y afecta a los ciudadanos de aquella ciudad. Fue el primer ataque nuclear con fines militares de la Historia. Ataque absurdo e innecesario.
Durante estos setenta años, posiblemente muchas heridas siguen abiertas, los recuerdos no se han desvanecidos, la ciudad, sus habitantes aún luchan por superar lo sucedido, pero sin olvidarlo, conscientes de que miles de víctimas fueron desterradas y silenciadas por lo condenables del hecho que ha favorecido que el horror de Hiroshima haya sido ampliamente utilizado. A pesar de la manipulación y la férrea censura, son muchos los km de celuloide, los kg de papel, las horas de charlas y comentarios, incontable el material gráfico que ha descrito y detallado tan atroz crimen de guerra que, según mi parecer, no ha hecho reflexionar verdaderamente a nadie sobre la atrocidad de las guerras y sus devastadoras consecuencias. Hoy aún existen bombas atómicas de mucha mayor potencia que la mortífera Little Boy.
Aún hoy se sigue matando, exterminando, masacrando a civiles ajenos a las decisiones de unos cuantos que dicen hacerlo por el bien de su “pueblo” por “liberarlos” del dominio de otros gobernantes y la auténtica realidad es que aquellos que sufren realmente las consecuencias de una lucha bélica son quienes pierden la vida, se ven obligados al exilio o ser guarecidos en campos de refugiados donde viven las más tristes vivencias de sus días y horas de existencia.
Hoy desde este sencillo espacio quiero dejar mi opinión, mi recuerdo, mi sentimiento, mi solidaridad, con todos esos seres sacrificados o afectados posteriormente por los efectos derivados de las guerras. Personas, victimas,  que se ven inmersas fortuitamente por razones, a veces desconocidas, en conflictos no implícitamente propios y, posteriormente, en aras del interés del resto del colectivo al cual pertenecen son nuevamente sacrificados, vilipendiados, humillados, despojados de sus pertenencias y relegados al olvido, o la no reivindicación ni reconocimiento de sus más básicos y primordiales derechos. Personas, victimas que se ven obligados a admitir incluso, la no persecución ni condena, ni castigo de los ejecutores o verdugos de su mal, de su desgracia, de sus víctimas queridas que yacen olvidados en fosas comunes, junto a tapias de cementerios, en las cunetas de caminos y carreteras o en recónditos lugares.
Hoy desde este sencillo espacio quiero instar a que no se olvide la Historia y que realmente hagamos lo que esté a nuestro alcance para que las guerras sean desterradas por el dialogo en bien de la Humanidad.

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