domingo, 4 de octubre de 2015

ELLAS NUNCA SE GRADUAN

Un perro guía se 'gradúa' en la Universidad de Cádiz, era el titular de una noticia que aconteció días pasados y que llevaba el signo de una “buena noticia, noticia feliz”. No es una información de esas “macabras” “tremendistas” “sensacionalistas”… que parece que si no se emiten, los contenidos informativos no son relevantes.
La noticia hacía referencia a que en la orla promoción 2011-2015 del grado de Trabajo Social de la Universidad de Cádiz figura la foto de Idena, un perro guía junto a su dueño invidente que junto a sus compañeros de aula han tenido la ocasión de compartir orla con su inseparable y fiel compañera de rutina diaria durante los años de formación. Al parecer, no es un caso excepcional, sino que hay precedentes, como es el de la promoción 2007-2012 de Historia en la Universidad de Santiago de Compostela.
Esta noticia me hace reflexionar y pensar en esas muchas personas que nunca se  gradúan, eso padres, en esos miembros de la familia que también día a día han compartido, comparten y colaboran con el hijo, el  hermano, el nieto que tras años de estudios llega a la meta de alcanzar una licenciatura o formación, de figurar con orgullo en una orla.
En la clase, estas personas no son conocidas, en la universidad o en otros centros formativos, ellas nunca se gradúan. Ya no se les ve y digo, ya no se les ve, porque en los primeros años de su formación, la madre, el padre, los abuelos o algún otro integrante de la familia le acompañaban en el cotidiano camino de la escuela.
Estas personas nunca se gradúan ni aparecen en ninguna orla, su esfuerzo, su sacrificio, su entrega, su cotidiana aportación de aliento, de ayuda, de privaciones, de renuncia queda en el más absoluto anonimato, si bien siempre nos sentimos internamente orgullosos de ser padres y de los logros alcanzados por los hijos, de haber sabido invertir en su formación.
Los padres día a día cerca o lejos los hemos  visto, vivido, jugado, enseñado, amonestado, hablado, acompañado… mientras crecían y aun hoy, cuando son mayores, nos sentimos muy cerca de ellos a pesar de que no figuramos en la orla de sus estudios, a pesar de que han volado, han emprendido su camino y en el silencio, con la duda de su partida, con el temor de verlos partir hacia el destino de la vida y caminar por ella, experimentamos el orgullo de ser padres y no habernos graduado junto a ellos, pero conscientes de que figuramos en la orla de su agradecimiento.

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