lunes, 14 de septiembre de 2015

LA VUELTA AL COLEGIO

Durante muchos años en estos primeros días del mes de septiembre he sentido en mí esa impaciencia, intranquilidad, nerviosismo, agitación interior,  estrés y todo lo que en mi suscitaba el volver al colegio. Si, los primeros días de inicio del curso eran alegres por volver a reencontrarme con los compañeros y amigos, pero al mismo tiempo eran días ansiosos, preocupados, de incertidumbre por saber horarios, asignaturas y volver a ver a los alumnos, los viejos, los nuevos.
Durante muchos años por estas fechas se dan cifras sobre los escolares que iniciarán el curso, y se habla de sus familias y de profesores que se ponen en marcha un nuevo curso. Los padres echan cuentas para equipar a sus hijos lo mejor
posible, los centros velan por tenerlo todo a punto, los docentes preparan un curso, que una vez más, vendrá con carencias, con recortes presupuestarios y las ciudades vuelven a verse invadidas con los autobuses escolares o los padres que se creen en la obligación de dejar a su hijo con el coche hasta la misma puerta del centro docente. Los centros comerciales se transforman en buitres o aves carroñeras para captar la compra del material escolar que precisarán los colegiales que han de volver al colegio.
No faltarán artículos y noticias dando consejos para estos días de vuelta al colegio, mientras que periodistas “expertos en todo” mostrarán su información partidista sobre cómo ha de ser la formación de quienes incluso, los profesionales tienen sus dudas para inculcar no sólo conocimientos, como evalúan los informes sobre educación, sino para transmitir todos esos valores actitudes y aptitudes para ayudarles a conseguir ser buenos profesionales y mejores personas, sensibles y partícipes con los problemas de su entorno social.
Volverán a llenarse las aulas, volverán a verse niños, adolescentes, personas ilusionadas y preocupadas, porque todo lo nuevo inquieta y a los padres, a la comunidad educativa, a la sociedad en general, corresponde transmitir esperanza, ilusión, alegría, ayuda, confianza, facilitar que la formación se convierta en un deseo, no en un continuo calvario que derrumbe a seres tan vulnerables como son los alumnos que también sueñan felices con la vuelta al colegio.
Yo ya no volveré al colegio, pero desde mi lugar de residencia y descanso donde pienso tantas veces en esos inicios de curso, insto y aliento a todos para llevar adelante una labor tan gratificante como es la de ayudar a aprender.

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