sábado, 19 de marzo de 2016

MARZO-2016, SEMANA SANTA

Estamos ya inmersos en el bullicio de la Semana Santa, en un tiempo de aguda actividad liturgia dentro de las diversas creencias cristianas. La conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, el Mesías, el Cristo, cuya doctrina y evangelio parece que están cada día más olvidados, incluso para quienes se autodefinen como pastores. Pastores encerrados en sus tabernáculos, con poco o nulo contacto con el rebaño y que en estos días harán acto de presencia y se asomaran, se mostraran al pueblo que se cuestiona tantas y tantas cosas de la humanidad de la que forma parte.
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección se sucederán, como en los años postreros, las mismas noticias, las salidas masivas de los habitantes de las grandes ciudades, las posibles previsiones meteorológicas, lloverá, no lloverá, bajaran o subirán las temperaturas, y como no, la ocupación hotelera con porcentaje de dudosa credibilidad a juzgar por la escasa contratación de puestos de trabajo. Volverán a recomendarnos prudencia al volante mientras nos muestran imágenes del último accidente mortal en unas carreteras carentes del más mínimo de los cuidados y conservación.
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección las hermandades con una historia profunda y carismática, las cofradías, hermanos, camareros, y servidores y devotos se afanarán en tener todo a punto para la hora señalada para posesionar con el permiso de la climatología y de la autoridad competente que en los últimos tiempos y en determinados lugares se enfrenta a tradiciones, costumbres, creencias... como los salvadores de la moral y con la regia autoridad de una autocracia.
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección en las calles escarpadas de los mas recónditos lugares de nuestra geografía, un año más  y cada cual a su manera, al alba, a la hora nona, a la oscura luz de la noche, de la luna, de los destellos de flases, de los cirios, las candelarias y faroles callejeros volverán la cruz de guía, los adultos, veteranos o jóvenes, los hombres y mujeres, enfundados en sus capirotes y túnicas, los acólitos, los costaleros, las levantás, las chicotás, los cofrades, los nazarenos, el capataz, los penitentes, las andas, los várales, las bambalinas, los palios, las flores y candelaria de los pasos, las bandas de cornetas y tambores, y la gente que en silencio profundo, con emoción contenida o tal vez con indiferencia, contempla el paso que se levanta  a la voz del capataz, al toque del llamador y se mece al compás de la música estremeciendo levísimamente las bambalinas, besando suave y dulcemente los várales mientras la saeta rompe el silencio, rompe la noche y como dice la estrofa de la canción.
Escalofrío
me da al oír
este cantar,
entre tambores
y voces del capataz.
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