miércoles, 5 de abril de 2017

LA SEMANA SANTA

De Norte a Sur, de Este a Oeste en nuestro país, que se considera desde 1978 un estado aconfesional, se va a estremecer, a remover en una nueva Semana Santa.  Nuevamente se celebrará con la salida a la calle de procesiones organizadas por hermandades o cofradías. Estas manifestaciones de creencia están influidas o basadas en una tradición ancestral, que a su vez está ligada con las costumbres de cada región, de cada pueblo, de cada lugar.
Las ciudades, pueblos y villas de nuestra geografía se han ido preparando durante todo el año para estos días de Semana Santa que unos viven de descanso y vacaciones y otros con más o menos devoción, fervor y fe viven estas fechas siguiendo los actos que marca la liturgia. Unos, los aconfesionales se suman a la “fiesta” para así tener unos días de asueto y diversión. Otros parece que desean salir a las calles en estos actos públicos para demostrar o manifestar su catolicismo, sus convicciones, su religiosidad. Estos días que nos llegan con aires de cofrades tienen, para mí, algo especial, místico, piadoso e incluso mágico.
Algunas de estas celebraciones, en lugares concretos como: Sevilla, Valladolid, Zamora, Málaga y Cuenca han recibido reconocimiento de Interés Turístico Internacional o Nacional e incluso alguna, se encuentra en la lista de candidatas a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad,  como si de un festival trivial se tratase, perdiendo así todo el carácter religioso que, a mi forma de pensar, han de tener estas celebraciones.
De Norte a Sur, de Este a Oeste en estos días con fervor, con devoción, con respeto, en las grandes y populares ciudades y en los pueblos más recónditos, en sus calles empinadas, empedradas o llanas y sencillas,  volverá a hacerse silencio, retumbará el son de campanas, de trompetas y tambores, se inundarán de olor a incienso y cera mientras perduran, un año más, las rivalidades entre las diferentes cofradías y hermandades que la gente en silencio profundo contemplan.
De Norte a Sur, de Este a Oeste volverán en estos días la "rompida de la hora", los Picaos, las procesiones “clásicas” de: el Domingo de Ramos, el Santo Encuentro, la Santa Cena, la Crucifixión,  de La Dolorosa, el Descendimiento, del Santo Entierro entre otras. Todas ellas recorrerán las más variadas calles de los lugares propios mostrando, en muchos casos, que son verdaderos autos sacramentales.
De Norte a Sur, de Este a Oeste quizás hemos olvidado, el huerto de Getsemaní, las negaciones de Pedro, a Barrabás, a Simón el Cirineo, el Gólgota, a José de Arimatea, y a tantos otros protagonistas que los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas o Juan, narran y describen sobre la Pasión Muerte y Resurrección de Cristo. Quizás no sepamos o recordemos ya lo que significa “El Vía crucis”, “El Sermón de las Siete Palabras” o aquel grito de dolor, de desesperación, de agonía “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. No olvidemos todo y recapacitemos sobre quiénes somos y hacia dónde vamos porque eso creo que ha de de ser la Semana Santa

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