lunes, 29 de enero de 2018

RECORDANDO A MI PADRE

Hace un año en mi blog escribía un artículo con el nombre de  “LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE MI COLEGIO C.H.F”. En mi publicación hacía referencia al fallecimiento de mi padre el 29/01/1958 y hoy vuelvo a recordarlo cuando se cumplen  sesenta años de mi orfandad, de una fecha que se ha quedado marcada en mi mente para siempre. La defunción de mi padre posiblemente fue el primer hecho clave y fundamental que marcó parte de mi vida, y escribo posiblemente, porque durante los pocos años de vida que conviví con él se quedaron marcadas en mis muchas de las vivencias compartidas a su lado.
Papa, soy producto de un sueño de tu mente, soy hechura del fruto de tus manos y un deseo escapado a tu esperanza, soy cuerpo a tu alma y al recuerdo entrelazado. Me pusiste en la senda de la vida, me enseñaste las primeras palabras, en tu fuerza apoyado me sostuve y de tu mano agarrado caminaba por el camino de la vida aprendiendo todas tus enseñanzas. Tú, sin saberlo, me enseñaste a ser marido, padre, hermano, amigo, compañero, persona…con aciertos y errores en mi vida, pero orgulloso de cómo soy y me siento de todos los que me rodean y a quienes he hecho y hago participe de lo que de ti aprendí.
Sin él ha transcurrido mi vida desde que cumplí diez años, pero después de tantos años aún mantengo viva en mi memoria un gran conjunto de recuerdos, de anécdotas, de acaecimientos que sin duda me ayudaron a formar mi personalidad, mi carácter, mi temperamento, mi forma de ser porque él fue mi mejor maestro, mi guía, mi auxilio, mi referencia, mi sonrisa, mi alegría, mi modelo a seguir, a imitar, a copiar, a alcanzar.
Siempre que me era posible, en aquellas solitarias estaciones de ferrocarril donde transcurrían mis días entretenidos con los juguetes que él me había comprado o hecho, yo permanecía a su lado envuelto por el perfume de su cariño y su cálida mirada mirando con curiosidad para no perder de vista lo que hacía. Observando su forma de proceder, aprendiendo de sus habilidades y haciéndome creer su mejor aprendiz y ayudante mientras le alcanzaba algún utensilio. Me llevaba en sus paseos y aprovechaba para aleccionarme sobre aquello que encontrábamos al paso. Solía sentarme a su lado mientras él leía y así me enseñaba e instaba a hacerlo. Resumiendo, lo quería mucho y he intentado seguir sus huellas  y llegar a ser lo que no pudo ser él.
Mi padre fue un poco autodidacta, erudito, hogareño, elegante, culto, limpio, exigente, autoritario, buen amigo y compañero, alegre y serio, a la vez. Su trabajo le exigía la relación con público de condiciones diferentes, pero a todos trataba con atención y educación, por lo que de él oí decir que siempre tenía una palabra idónea para todos.
Mi padre fue una gran persona, él que me enseñó a no obviar el esfuerzo, el propósito de seguir intentando cada día ser inasequible al desaliento y siempre dispuesto a acometer nuevos desafíos. Esos retos que la vida pone en mi camino y cargado de esperanza sigo viviendo, pensando, deseando, anhelando saber disfrutar de la vida con esperanza superando los escollos y dificultades del camino, como él me enseñó.

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