“La fuga de jóvenes al
extranjero es "motivo de optimismo"
“Salir a trabajar dos o tres años
fuera de nuestro país no es un drama, sino una posibilidad muy enriquecedora”
La ministra definió la fuga de los
jóvenes al extranjero para trabajar como una “movilidad exterior".
Este tipo de frases, dichas por
quienes ocupan puestos políticos en la actualidad, me ha llevado a pensar en aquellos
años en que eran miles de jóvenes y no tan jóvenes quienes portaban como equipaje,
toscos bultos y emigraban a los países próximos, por lo general, para trabajar
o mejor dicho, como mano de obra barata, que era sometida a unas condiciones de
vida casi infrahumanas y que cargaban con todos los condicionantes y estereotipos
de emigrantes.
Yo por aquel entonces veía pasar por
la estación el hacinado y mítico tren “el Sevillano”, por aquel entonces España
recién estaba saliendo de una larguísima postguerra y exportaba mano de obra poco
cualificada para fábricas y servicios.
La España de aquellos tiempos recién estaba saliendo de ser la de charanga y
pandereta.
Si a principio de los sesenta se
emigro por culpa de gobiernos incompetentes, hoy se repite el mismo hecho y por
el mismo motivo. En la actualidad se gobierna dedicándose a expoliar lo público en beneficio de un grupo,
una oligarquía, que se presenta a sí misma como el motor activo de nuestra sociedad.
Se intenta salir acaba de salir de una de las operaciones macroeconómicas de
especulación más grandes de este país, el pelotazo urbanístico, y lo que destierra,
más que expide, son jóvenes titulados universitarios cuya gran mayoría, se ha
titulado gracias a su esfuerzo y a la enseñanza que se ha pagado con los
impuestos de todos los españoles.
Se habla de “fuga de cerebros” como si
los emigrantes de antaño no tuviesen cerebro, ellos, de lo que carecían, era de
una formación cualificada porque no habían podido acceder a ella pero tenían una
ética y una moral tan valiosa como los que hoy son “emigrantes forzados por el
gobierno”. La mezquindad, la corrupción, el particularismo, el cinismo, la
demagogia, el robo, el sarcasmo, el terrorismo financiero, la falta de ética y
humanismo, por poner algunos ejemplos, son los billetes de ida que se ofrecen a
miles de jóvenes en paro.
Se ha degenerado el sentido de Estado, la
responsabilidad institucional, el respeto por el bien común y el interés
general. Vuelve a florecer la España
de charanga y pandereta, pero menos devota de Frascuelo y de María y para
muchos, de alma inquieta.
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