martes, 7 de mayo de 2013

LOS JOVENES EMIGRAN



“La fuga de jóvenes al extranjero es "motivo de optimismo"
“Salir a trabajar dos o tres años fuera de nuestro país no es un drama, sino una posibilidad muy enriquecedora”
La ministra definió la fuga de los jóvenes al extranjero para trabajar como una “movilidad exterior".
Este tipo de frases, dichas por quienes ocupan puestos políticos en la actualidad, me ha llevado a pensar en aquellos años en que eran miles de jóvenes y no tan jóvenes quienes portaban como equipaje, toscos bultos y emigraban a los países próximos, por lo general, para trabajar o mejor dicho, como mano de obra barata, que era sometida a unas condiciones de vida casi infrahumanas y que cargaban con todos los condicionantes y estereotipos de emigrantes.
Yo por aquel entonces veía pasar por la estación el hacinado y mítico tren “el Sevillano”, por aquel entonces España recién estaba saliendo de una larguísima postguerra y exportaba mano de obra poco cualificada  para fábricas y servicios. La España de aquellos tiempos recién estaba saliendo de ser la de charanga y pandereta.
Si a principio de los sesenta se emigro por culpa de gobiernos incompetentes, hoy se repite el mismo hecho y por el mismo motivo. En la actualidad se gobierna dedicándose a  expoliar lo público en beneficio de un grupo, una oligarquía, que se presenta a sí misma como el motor activo de nuestra sociedad. Se intenta salir acaba de salir de una de las operaciones macroeconómicas de especulación más grandes de este país, el pelotazo urbanístico, y lo que destierra, más que expide, son jóvenes titulados universitarios cuya gran mayoría, se ha titulado gracias a su esfuerzo y a la enseñanza que se ha pagado con los impuestos de todos los españoles.
Se habla de “fuga de cerebros” como si los emigrantes de antaño no tuviesen cerebro, ellos, de lo que carecían, era de una formación cualificada porque no habían podido acceder a ella pero tenían una ética y una moral tan valiosa como los que hoy son “emigrantes forzados por el gobierno”. La mezquindad, la corrupción, el particularismo, el cinismo, la demagogia, el robo, el sarcasmo, el terrorismo financiero, la falta de ética y humanismo, por poner algunos ejemplos, son los billetes de ida que se ofrecen a miles de jóvenes en paro.
 Se ha degenerado el sentido de Estado, la responsabilidad institucional, el respeto por el bien común y el interés general. Vuelve a florecer la España de charanga y pandereta, pero menos devota de Frascuelo y de María y para muchos, de alma inquieta.

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