martes, 7 de mayo de 2013

CARTA A CABALLERO BONALD



Distinguido Sr. José Manuel Caballero Bonald
Permítame que me dirija a Ud. con toda mi humildad a sabiendas de que quizás nunca mis palabras serán leídas por Ud. pero deseo, desde este espacio tan personal, transmitirle mi máxima admiración por el “Premio Cervantes” que le ha sido otorgado por una vida dedicada a la poesía, a la literatura y porqué no, al compromiso social.
Me abochorno de mi mismo por no haber sabido nada de este reconocidísimo escritor cuyo nombre me resultaba familiar por haberlo oído en las radios locales haciendo referencia a la fundación que en la ciudad de Jerez lleva su nombre y a entrevistas y coloquios sobre su persona y su obra pero he de reconocer que “nadie es profeta en su tierra” si bien es cierto, que en su Andalucía siempre ha sido querido, admirado y reconocido su trabajo, su esfuerzo, su rebelde inconformismo y su forma de defenderse con la palabra contra las ofensas de la vida o de aquellos que siguen pensando, criticando y desprestigiando a la Andalucía cargada de tópicos y  difamada por políticos, que incluso se hacen llamar “honorables”.
Si como manifestó en su discurso, el premio ha supuesto un motivo de orgullo muy especial y un honor que va a acompañarme cada día, puedo asegurarle que para mí ha significado un incalificable orgullo y honor sus logros y el figurar en esa inmensa lista de escritores andaluces y que sin duda han recibido menos de lo que con sus obras nos han ofrecido y nos ofrecen.
Gracias por hacerme comprender mejor lo que es la poesía, que la utopía también es una esperanza consecutivamente aplazada.
Gracias por apuntar que “Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la salvaguardia de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad”.
Gracias  por exhortarnos a que siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón, a lo que me permito añadir, a los desahucios de tanto como en estos tiempos nos están mermando.
Lamento no saber hablar para hablarle al poeta. Quisiera saber escribir para agradecerle toda la belleza que ha dejado esparcida como simiente, en las páginas que ha inundado con su pluma. Pluma que hoy quisiera tener entre mis dedos para trazar palabras que despierten el sentir por las letras, por la palabra, por la poesía, por la cultura, a todos aquellos que se asomen a la ventana de este lugar y así sepan que este hombre, Pepe Caballero, uno de los grandes, uno de los más grandes, nos deja una maravillosa herencia de  léxico, de poesía, de libertad y de palabra.

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