lunes, 27 de mayo de 2013

FIN DE FERIA



Como viene siendo habitual al final de ferias, fiestas y celebraciones, la oscuridad de la noche se ha visto sorprendida y rota por el fugaz resplandor de los fuegos artificiales. Su estruendo y las admiraciones de los presentes ha invadido el recinto donde se ha celebrado el festejo.
Y como viene siendo habitual así ha sido el final de la Feria del Caballo en Jerez.
Feria que como viene siendo habitual, ha tenido sus adictos y detractores, sus pros y sus contras, sus novedades y clasicismos y su inconcreto, una vez más, número de visitantes.
Todo cuanto esta feria ofrece es variopinto, clásico, peculiar, diferente y donde los niños y menos niños tienen sus "cacharritos" con días de precios especiales, "anticrisis" les denominan algunos. Todos pueden disfrutar de las casetas que ofrecen refrigerio, viandas y música propia de feria o variada que anima a no pocos a demostrar sus artes de "bailaor".
Desde el patio de la caseta se puede cotejar el ir y venir de los visitantes mejor o peor ataviados para la ocasión, paseando y deambulando por las calles de albero entre el cortejo de caballos y carruajes que ponen una señal de identidad propia, un colorido vistoso y un aire de tipismo local mientras una nube de polvo invade el lugar.
Esta Feria del Caballo, declarada de Interés Turístico Internacional, surgió a partir del comercio equino en la edad media, en el que los ganaderos se reunían para cerrar tratos. Durante la feria es relevante constatar como la ciudad se transfigura y brinda un ambiente único, además de una relevante actividad hípica que traspasa el Real y que invita a visitar a deleitarse con la elegancia de determinados ejemplares equinos.
No ha faltado multitud de concursos propios de estos eventos, y son de gran relevancia y belleza las exhibiciones de caballos cuyos jinetes, al son de la música, hacen que el caballo se mueva con elegancia singular.
Los Enganches llevados por su cochero y lacayo dan vueltas por el recinto ante los atónitos ojos de cuantos contemplan una excelente exhibición, donde alternarán “pitters” con “faetones”, o “landós” con “arañas”, que lucirán sus engalanados pescantes, sus impolutos y brillantes faroles dorados o plateados; que hasta en las masas de las ruedas evidenciarán hasta qué punto se atiende el detalle; que llenarán el aire con el multicolor de los bodages amarillos y rojos, verdes, azules y blancos...
Muserolas y cinchas, amarres y bocados, monturas amugas, percheros y cabezadas, galápagos, monturas vaqueros jerezanas portan los equinos mientras cascabeles y campanillas entonan la mágica melodía que contagia y alegra el recinto, donde crecen los espectadores que admiran los caballos que revelan orgullosos su estirpe,  lucen brillante capa y llevan crines y cola lisas o trenzadas.
Cuando el último resplandor del último cohete se disipe en la noche oscura, instantes después nos llegara el ruidoso estruendo que nos avisara del fin de la feria y todo volverá a la cotidianidad.



 

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