En
el homenaje que se me ha hecho con motivo de mi jubilación me he permitido
expresarme a todos los presentes en estos términos:
De
todos es conocido que soy parco en palabras, que no soy docto en nada y menos
en las letras y en la palabra. Es por eso que me acojo a los versos del poeta
para transmitiros que vivo en estos momentos y aflora en mi memoria:
Todo
pasa y todo queda,
pero
lo nuestro es pasar,
pasar
haciendo caminos,
caminos
sobre el mar
Y a
la vez constato que he de disentir en que “nunca perseguí la gloria”, no, yo
soy genéticamente ambicioso, esperanzado, exigente, riguroso conmigo mismo y he
perseguido la gloria y pretendo dejar en la memoria de todos aquellos con los
que he convivido y he ayudado a aprender durante mis treinta y cinco años de
docencia, aquello en lo que creo, valoro e intento vivir con coherencia.
Hoy
y ahora recuerdo cuando entré a formar parte de esta comunidad educativa.
Pasaron años desde entonces. Tantos como para hacer emblanquecer los cabellos,
desgastar la mirada, y reavivar las arrugas de la piel. Pero a pesar del tiempo
transcurrido, siempre ocupara un primer plano en mi vida el inicio de mi labor
docente en la escuela del Clot.
Hoy
y ahora, también quiero dejar entre vosotros, en el ambiente, en la memoria,
que tan volátil es a veces, mis más sinceras palabras de agradecimiento a todos
y por todo cuanto he recibido.
Hoy
y ahora quiero tener unos momentos de recuerdo y agradecimiento para todos
aquellos amigos y compañeros con los que tantas vivencias he compartido y están
a la otra parte del camino. Lluis, Elías, Juanito Suñol, Marcelo, Manolo; Juan,
Mario, Barti, Olle, Navarro y…perdonad que no siga, es que no puedo. Su
ausencia para mí no es olvido.
Hoy
y ahora y más que nunca creo que no he de permanecer callado, no puedo
permanecer callado. Quienes no tienen el valor de
luchar deberían tener al menos la decencia de callarse. Me considero un
luchador por todo aquello en lo que creo y es por eso que no quiero
traicionarme a mí mismo con el silencio.
Permitidme que a los que os quedáis os exhorte a no callar, la
verdad os hará libres. Solo soy mi libertad y mis palabras y como persona he de
ser, portador de palabras, testigo y juez a la vez.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC4xRt5YgjMxZG57KJJx5zeRA5axnsjV_7-ALMaSMY0Qt1Djk3fI6YCChTmg2Rerjix5vSJXCFv-kyhLDLiCQQpFY-mu0vpGtJfTdrXI6TZMVpHCEQMTieBda1oEJXs4dKxez8ejclbnk/s320/RELOJ.jpg)
Parece que impera en la democracia esa verdad llamada única que está
llevando a las personas y colectivos al silencio más radical y al desahucio de
la palabra, del trabajo, de la esperanza, de la ilusión, del amor, de la
superación, lo que hace, que se asemeje más a una autocracia, que a la
democracia que hemos ido construyendo incluso para la que hemos educado, dentro
de las escuelas.
La máxima de “mi libertad termina donde empieza la del otro”, hoy
parece estar exhausta y es preciso que como profesores, como personal docente, como
padres, como transmisores de valores demos de verdad, valor a la palabra y que
esta sea lo básico y primordial en el aprendizaje de algo que es fundamental en
la vida humana, la educación, la formación, en la que no debemos descuidar, que
ha de primar la transmisión de valores por encima de los conceptos, que a la
postre, son caducos en el tiempo. Es vital no desarraigarnos de valores como el
esfuerzo, el sacrificio, el trabajo, la honestidad, la dignidad, el respeto, la
responsabilidad, la solidaridad, el amor, la amistad, el afán de superación, la
defensa de los ideales, la honesta competitividad y ambición justa y
equilibrada, entre otros
Percibo en estos momentos, que una vez más no se estar callado, me
siento impulsado por las palabras del reciente premio Cervantes José Caballero
Bonald que manifiesta “callarse es una vileza, un servilismo”, que hay que “decir
lo que uno piensa si es verdadero y si realmente va en una línea de hombre
decente, y si se está en esa línea uno no se puede callar, no debe callarse”.
El silencio puede ser una forma de admitir las faltas impropias.
Pero no quiero hacer interminable mi exposición, mi adiós, mi pensamiento
transmutado en palabras, pero permitidme que para terminar os pida humildemente
perdón por todo aquello en lo que os haya podido ofender y reiteraros mi mayor
agradecimiento por todo cuanto de vosotros y de los alumnos he aprendido.
Gracias por todo lo que diariamente hacéis, por el bien de la
sociedad para la que estáis formando a hombres y mujeres y también ellos en su
corazón joven seguro que os lo agradecen.
Presiento que es imposible que con mis palabras pueda pagaros lo
mucho que os debo pero sabed y no lo olvidéis que como dicen los versos de
Mario Benedetti:
Usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
GRACIAS ¡¡¡Compañeros del alma compañeros!!!
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