viernes, 7 de febrero de 2014

HABLAR MAL DEL FUTBOL ESTÁ PROHIBO



Vaya por delante, que al igual que otros muchos deportes, el futbol me gusta como deporte, si bien soy incapaz de ver un partido por la TV o asistir a un campo de futbol. Detesto la hegemonía, la preeminencia, la publicidad, la pleitesía, las concesiones y favores  que se hacen a este deporte y en especial a los equipos de la llamada Primera División.
El fútbol es un mundo escabroso, donde se compran y se venden partidos y donde nadie pone coto ni a estos desmanes ni a otros relacionados con el deporte rey como es el caso de los forofos, fanáticos, radicales de los que algunos equipos se jactan de que son sus seguidores. Verlos como son conducidos a determinados campos de futbol, custodiados por las fuerzas de seguridad me hace pensar que son más un rebaño de ovejas que unos aficionados del futbol.
No se habla de la gran deuda (700 millones de euros) que el fútbol profesional, el de Primera y Segunda División, es decir treinta y seis sociedades anónimas deportivas y cuatro entidades deportivas, mantiene con la Hacienda Pública. Una más que relevante cantidad de dinero en beneficio del deporte del fútbol, cuando tantas necesidades hay en un país y que yo recuerde a ningún autónomo, pequeño, empresario o impagados de hipoteca ni deben tanto ni se les perdona o aplaza la deuda.
En los últimos tiempos, me parece incluso  una falta total y absoluta de respeto, de ética, de solidaridad, que se hable de cantidades centenarias en millones de euros para el presupuesto de clubs o por el fichaje de un jugador cuando la gente se está quitando el hambre a tortazos limpios. Y como al parecer no tienen bastante, hay que “meter la mano” como Leo Mesii estafando y siendo vitoreado por sus incondicionales y ahora Sandro Rosell ha vuelto a traer a los informativos el oscuro mundo de las finanzas, el trapicheo  en el fútbol.
Algunos alegan a favor de este “presunto” estafador que ha dimitido, vale los políticos debían tomar ejemplo y dimitir en cuanto se le coja en un renuncio, pero no olvidemos que los políticos (algunos) son de una “casta” especial. El que se entrega después de un acto delictivo no deja de ser un delincuente y quizás al susodicho Rosell habría que decirle que “quien a hierro mata a hierro muere”. Además, como los “omnipotente futbolero” que son azulgrana o blancos y no es sociedad anónima -como tampoco Osasuna y Athletic- no tiene la necesidad legal de rendir cuentas en las Juntas Generales, lo que les viene como anillo al dedo para las 'distracciones' y las ingenierías contables, para el dinero negro o gris.
Y para rematar la faena el presidente de la Federación Española de Fútbol, el presidente de la LFP y la mayoría de los presidentes de los clubes de Primera,  y 18 de los 22 de los clubes de Segunda, han firmado un documento de apoyo al ex presidente del Sevilla para que no vaya a la cárcel tras la condena de siete años ratificada por el Tribunal Supremo.
Y después de esto, ¿qué será lo próximo? Se les tendría que caer la cara de vergüenza que pidan el indulto para un delincuente convicto y confeso y ni uno de  ellos, ni presidentes ni futbolistas, sean capaces de pronunciarse contra los recortes, corrupción y descalabro que se está dando en estos momentos de mal vivir para muchos y de grandeza para unos cuantos. Esta caterva de  desalmados toman la  postura más fácil, callarse, que es la postura de los cobardes, de los vendidos de este país, donde hablar mal del futbol está prohibido.

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