En uno de
los e-mails que me llegan a diario he podido leer, lo que en parte, a
continuación transcribo.
El Papa se sienta a la mesa de los trabajadores.
“Ha ocurrido en la “Mensa
Vaticana”, donde almuerza el servicio de la Ciudad del Vaticano. El Papa
Francisco ha pedido a un grupo de trabajadores que le hicieran un sitio en
la mesa.
El Papa argentino se presentó
«como el más humilde de los obreros», «nos presentamos,
nos preguntó cómo estábamos, qué trabajo
hacíamos, nos felicitó…».
Poco antes de las 13:00 hora local (11:00
GMT) el pontífice apareció en el lugar apenas acompañado por un guardia de traje y se dirigió a
un
largo mostrador donde tomó su bandeja como el resto de los presentes.
Se presentó aquí, tomó la bandeja, los cubiertos, hizo la cola y se sirvió. Comió la pasta en blanco (sin salsa) y merluza”, En una hora que duro la visita, lo pasó muy bien: rodeado de su gran familia (…)
largo mostrador donde tomó su bandeja como el resto de los presentes.
Se presentó aquí, tomó la bandeja, los cubiertos, hizo la cola y se sirvió. Comió la pasta en blanco (sin salsa) y merluza”, En una hora que duro la visita, lo pasó muy bien: rodeado de su gran familia (…)
Al final del
almuerzo, el Papa «nos dio la bendición, se tomó una foto con nosotros y se
fue». Contó a la radio Vaticana Franco
Paíni, chef del comedor”.
Estas son a
groso modo, las anécdotas de un hecho que como tuvo lugar en la época estival,
quizás pasó desapercibido entre las informaciones veraniegas del momento.
El Papa
Francisco viene dando muestras de la necesidad de que “el pastor huela a oveja”
pero algunos pastores aún no se han enterado y me remito a la falta de
pronunciamiento que está teniendo la Iglesias en estos momentos, en que nuestro
país, que está cada vez más inmerso en una gran desigualdad social, en corrupción,
en infección por el Ébola. Contagio que proviene de países en los que anidan y cultivan gérmenes del
"Ébola", a consecuencia de la infinita pobreza que los distingue y
donde un grupo de religiosos sí que huelen y se mezclan con las ovejas.
Es preciso
que la Iglesia prescinda de báculos, anillos, solideos, mitras, sotanas,
alzacuellos…y tenga más hechos que
palabras para guiar y defender a los parados, desahuciados, estafados, humillados,
marginados, en resumen, los más necesitados. Sería de desear que la jerarquía eclesiástica
y sus acólitos entiendan que han de ser pastores con olor a ovejas.
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