jueves, 30 de noviembre de 2017

NOVIEMBRE

Termina un mes más y lo hace con unas lluvias que en algunos lugares han sido torrenciales, en otros han servido para empapar la tierra de ese preciado líquido que las harán más fértiles y fructíferas. En lo lugares donde las lluvias han causado estragos, como en otras veces, ya se “tranquiliza” a la población con el anuncio de poner en marcha un plan de choque para evitar las inundaciones. Esperemos que se ponga en marcha antes de las próximas lluvias, cosa improbable.
El refranero Castellano hace diversas y variadas menciones de la climatología de este mes otoñal, a pesar de que a mí el proverbio que más recuerdo es: “Noviembre, dichoso mes que entra con Todos los Santos, media con San Eugenio y sale con San Andrés”. Sí, ya lo sé, muy “piadoso” pero me lo enseñó de niño mi madrina y eso no se olvida fácilmente.
En noviembre, y tal día como hoy, ya hace un año que volvimos a estar en el hospital para que mi mujer se sometiera a una nueva e inesperada intervención quirúrgica, en principio nada excesivamente relevante, pero una vez pasada la angustia de las primeras horas, de los primeros días, pasado el primer año, vivimos aliviados y llenos de esperanza porque la vida nos sonríe y nos alienta a vivir con la alegría de vivir, con el deseo de nuevos retos, nuevas vivencias, nuevas alegrías, nuevas satisfacciones, nuevos sueños.
En noviembre, durante mis años de internado recuerdo que festejábamos de forma “especial” el día 1 día de todos los Santos y el 2 día de Fieles Difuntos con castañas incluidas en el ágape cotidiano. En estos días, salíamos de paseo y visitábamos  el cementerio donde se podían ver ramos de crisantemos, de rosas, claveles, gladiolos, lirios o azucenas y, en muchos casos las flores naturales ya se sustituían por las de plástico al pie de las tumbas, nichos y panteones. La muerte, en aquel funesto lugar ese día se veste, se adorna, se evoca con flores. En el camposanto los fallecidos y los vivos reunidos, por un momento, en el mismo lugar. Allí se piensan los unos en los otros, se siente la angustia de la muerte, de la eterna separación y se recuerda, se rumorea y a veces se ora. Pasados estos días, generalmente todo se olvida y se vuelve a la cotidiana rutina conscientes de que el vacio de esos seres queridos, de los que fallecieron el 24 de noviembre de hace ya ocho años, nada ni nadie volverá a ocuparlo.  
Este mes de noviembre ha sido un tanto atípico. En la climatología la escasez de lluvias está acarreando problemas a los campos y a la población en general. Los pantanos presentan niveles mínimos en las principales cuencas lo que puede ocasionar restricciones de ese liquido que es bien llamad “oro blanco” y que solo se suele apreciar en los momentos de escasez. Por fin en estos últimos días la lluvia y la nieve hacen acto de presencia lo que induce a pensar que el problema, lejos de solucionarse, se ha aliviado un poco.
En otro ámbito de cosas, noviembre, nos ha traído multitud de noticias en el ámbito político, social o laboral. Muchas noticias, que no voy a enumerar por importancia para mí, pero que me hacen pensar que se “dice” mucho y se “soluciona” poco, a la vez que me permite constatar que la información y su veracidad está al servicio de los medios de comunicación que a veces omiten, silencian o sesgan determinadas noticias, y otras las realzan como las más destacables del momento. Nuevamente me sorprende que los tertulianos de radio o TV son siempre los mismos y saben de todo, parece que algunos son portadores de la verdad más absoluta lo que me induce a pensar que se cumple, para mí y una vez más¸ la frase «ley campoamor» se basa en el texto del famoso poema de Ramón de Campoamor que dice: «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira»

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