HACIENDO LA MALETA DE REGRESO
Las vacaciones tocan a su fin. Ha llegado la hora de ir preparando el
equipaje de regreso, de volver a meter dentro de la maleta todo aquello que trajimos y que ahora nos esta pareciendo que mucho fue innecesario. También hemos de empezar a hacer un hueco para meter todo lo que hemos comprado. Los pantalones, el vestido o la camiseta que tan baratos nos parecieron y que adquirimos con el pensamiento de ponérnoslo para ir a trabajar. Falsa justificación que nos juega la mente cuando en las tórridas horas finales de la tarde hemos deambulado por las calles de “tiendas”.
En nuestra maleta nos cuesta encontrar espacio para ese objeto extraño, innecesario, vulgar, “friqui” “pongo” que hemos adquirido para ese hermano, familiar o amigo que al saber que hemos vuelto de vacaciones nos invitara a cenar y enseñarnos el sin fin de fotografías y películas domesticas que ha ido captando en sus vacaciones a no se que lejano país y que además de sentir una cierta y manifestada indiferencia y somnolencia, mientras que las observamos pensamos como puede disponer de tiempo para hacer todo esto y lo torpe que soy yo que no logro ni tan solo recopilar lo más mínimo de lo que el verano me ha deparado.
Mientras intentamos ubicar ordenadamente nuestros enseres tropezamos con eso papeles, mapas que hemos ido cogiendo o pidiendo en las locales oficinas de turismo e información de allá donde hemos estado. Planos que no nos atrevimos abrir por temor a no poderlos volver a doblar como lo estaba en origen, ¿Qué hacer con tanto papel que tan bien guardado hemos tenido tantos días?, al final terminan en la bolsa de basura que nos hemos puesto al lado de la maleta.
Pienso en el primer día de trabajo, los saludos y la indiferencia ante nuestro comentario cuando los hechos no son relevantes, cuando no hemos tenido ningún percance digno de mención.
En nuestra retina quedan grabadas todas esas imágenes que no hemos perpetuado con nuestra “cámara digital de multitud de MG” seguro que son esas imágenes almacenadas en nuestra mente las que perduraran y nos permitirán recrear nuestro pensamiento mientras que incorporados a nuestro mundo laboral ojeamos el calendario a la espera de las nuevas fiestas que nos permitan ese descanso tan deseado.
Las vacaciones tocan a su fin. Ha llegado la hora de ir preparando el
equipaje de regreso, de volver a meter dentro de la maleta todo aquello que trajimos y que ahora nos esta pareciendo que mucho fue innecesario. También hemos de empezar a hacer un hueco para meter todo lo que hemos comprado. Los pantalones, el vestido o la camiseta que tan baratos nos parecieron y que adquirimos con el pensamiento de ponérnoslo para ir a trabajar. Falsa justificación que nos juega la mente cuando en las tórridas horas finales de la tarde hemos deambulado por las calles de “tiendas”.En nuestra maleta nos cuesta encontrar espacio para ese objeto extraño, innecesario, vulgar, “friqui” “pongo” que hemos adquirido para ese hermano, familiar o amigo que al saber que hemos vuelto de vacaciones nos invitara a cenar y enseñarnos el sin fin de fotografías y películas domesticas que ha ido captando en sus vacaciones a no se que lejano país y que además de sentir una cierta y manifestada indiferencia y somnolencia, mientras que las observamos pensamos como puede disponer de tiempo para hacer todo esto y lo torpe que soy yo que no logro ni tan solo recopilar lo más mínimo de lo que el verano me ha deparado.
Mientras intentamos ubicar ordenadamente nuestros enseres tropezamos con eso papeles, mapas que hemos ido cogiendo o pidiendo en las locales oficinas de turismo e información de allá donde hemos estado. Planos que no nos atrevimos abrir por temor a no poderlos volver a doblar como lo estaba en origen, ¿Qué hacer con tanto papel que tan bien guardado hemos tenido tantos días?, al final terminan en la bolsa de basura que nos hemos puesto al lado de la maleta.
Pienso en el primer día de trabajo, los saludos y la indiferencia ante nuestro comentario cuando los hechos no son relevantes, cuando no hemos tenido ningún percance digno de mención.
En nuestra retina quedan grabadas todas esas imágenes que no hemos perpetuado con nuestra “cámara digital de multitud de MG” seguro que son esas imágenes almacenadas en nuestra mente las que perduraran y nos permitirán recrear nuestro pensamiento mientras que incorporados a nuestro mundo laboral ojeamos el calendario a la espera de las nuevas fiestas que nos permitan ese descanso tan deseado.
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