El
paso del tiempo nuevamente nos lleva a un nuevo aniversario, esta vez, un
aniversario luctuoso y que en su momento y aún ahora hace derramar lagrimas de
tristeza, de indignación, de rabia, de impotencia, de amargura, de desesperación
y la clásica pregunta ¿Por qué? .
Aquel
jueves, 11 de marzo de 2004 en Madrid y sus aledaños había amanecido grisáceo, presagiaba
día de lluvia, pero miles de personas,
trabajadores, estudiantes, pensionistas o parados, como otros muchos días y a
la misma hora, entre las 7,30 h y las 8
h, se dirigían a sus destinos.
De
los muchos trenes que a esas horas prestan servicio en la red de cercanías de
Madrid, cuatro de ellos ignoraban que llevaban a la parca de viajera. En cuatro
de ellos, casi simultáneamente, estallaron diez de las trece bombas colocadas causando
la muerte de 191 persona y dejaron heridas a otras 1858 siendo incalculables,
en un principio, los daños materiales e indescriptibles el caos, el
desconcierto, el miedo, el desenfreno, los gritos, las lagrimas y todo lo que siguió al injustificable atentado
que dejó personas muertas, muriéndose y
heridos por doquier mientras el nombre de las estaciones El Pozo del Tío
Raimundo, Santa Eugenia y Atocha así como la calle de Téllez, quedan inscritas
junto al nombre de las víctimas.
En un principio todas las miradas se dirigen hacia ETA,
mientras la banda lo desmiente, las primeras pistas obligan a girar el dedo
acusador hacia el terrorismo islamista,
al parecer, en represalia del apoyo de la guerra de Iraq.
El atentado acaeció tres días antes de
unas elecciones generales lo que provoco teorías de conspiraciones extrañas pero
las investigaciones policiales, el juicio y la declaración de culpabilidad a un
grupo yihadista ponen de manifiesto que la idea de conspiración es un debate estéril.
El
arrogante y engreído ex jefe del Ejecutivo en aquel entonces que en su día
afirmó “que los que idearon estos atentados no están ni en desiertos remotos ni
en montañas lejanas” aún mantiene que los atentados son "ideados y
planificados por alguien" y que "si no se sabe" quien ha dado la
orden de ejecutarlos "convendría saberlo". Declaraciones que añaden aún
más dolor al de la pérdida de un ser querido
Esa
misma noche, miles de españoles se manifiestan en las calles de las principales
ciudades del país. Acusan al Gobierno de manipulación y exigen transparencia.
Diez
años después, para mí, el hecho, bien vale un recuerdo a las víctimas y a sus
familias.
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