Mucho
se ha escrito y, desgraciadamente se sigue escribiendo, sobre “la violencia de género”
y en especial, cuando un acto tan repudiable como este se produce. No es suficiente con
recordar, cuando se produce un hecho luctuoso, el número de teléfono 016 y
recordar que no deja ningún rastro en la factura del teléfono, es urgente y
necesario más medios, más recursos para que esto no acontezca.
Yo,
poco puedo añadir sobre lo mucho que se ha escrito y se escribe al respecto. No
suscribo determinados puntos de vista y la verdad es que respeto y comparto el
proceder de quienes son víctimas, junto con sus hijos, de las barbaries que en
nuestro país y allende de sus fronteras acontecen. Nadie puede ponerse en el
lugar de las víctimas, nadie puede dar sugerencias ni consejos de cómo actuar y
menos, cuando la situación de desigualdad social que se está generando obliga a
vivir de forma tan precaria a muchas mujeres, madres e hijos. Mujeres, madres e
hijos indefensos, que son maltratadas por hombres cobardes, mezquinos, ruines,
ignorantes y que no merecen, ni tan siquiera, el ser llamado “hombres”.
Quiero
dejar mi homenaje, mi solidaridad, mi recuerdo, mi testimonio, mi impotencia,
mi indignación, mi protesta hacia quienes física o psicológica son víctimas la violencia de género.
Para ello, quiero adjuntar este poema “VENGO DEL AYER”
de Jenny Londoño ecuatoriana, escritora, poetisa, historiadora socióloga y activista
a favor de los derechos de las mujeres. El citado poema ganó el primer premio
en el concurso de poesía Gabriela
Mistral de Quito, en 1992.
Realmente es
conmovedor e invito
a oírlo recitar por Mercedes Pérez.
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