Durante
el advenir de los días hay hechos que pasan y se quedan olvidados en el paso
del tiempo y he pensado dejar constancia aquí del vigésimo cuarto debate de la nación de la
democracia, que se inició el pasado 25 de febrero de 2014.
Debate que ha tenido un mínimo interés entre los ciudadanos de a pie que según el último barómetro del CIS –la clase política es el tercer problema
en preocupación para los españoles. Desinterés y preocupación que según declaraciones del juez Pedraz –la
clase política está en decadencia-; será por la corrupción política, por los
privilegios, porque apoyan a los bancos y abandonas a los ciudadanos.
La corrupción, las prebendas, los privilegios, el compadreo con el poder
económico o la falta de soluciones, son, mayoritariamente achacables a los
políticos que gobiernan.
Como
era presumible, el presidente del Gobierno centró su discurso en subrayar la
mejora de la situación económica con argumentos que rebatieron todos los grupos
de la oposición.
Los
líderes opositores afrontaron el debate con el firme propósito de desmontar el
escenario económico idílico que el presidente describió pero que es irreal según se palpa por el
efecto de las políticas de austeridad que han significado el destrozo sobre las
clases menos favorecida. El aborto, ETA, Ceuta o Cataluña formaron parte mínima
del guion, al que no le faltaron, anuncios de bajada mínima e insignificante de
impuestos, que hacen pensar en una estrategia pre electoral. El guión no
incluía el tratar los temas sociales, el paro, los recortes, la corrupción, la
justicia, y aquellos que realmente afectan a gran parte de la ciudadanía, a
esos que ellos definen “sus votantes”.
El jefe del Ejecutivo
mostró su
soberbia, ignorancia, mentiras, criticas absurdas, y distorsión
de la realidad de un país donde la desigualdad entre las clases sociales cada
vez es mayor. Recortes y reforma que, unidas a las del sistema de
pensiones y a la del marco de relaciones laborales, han provocado un menoscabo
sin precedentes de los derechos sociales de la ciudadanía. Pero de esto no se
habla, solo se mencionan grandezas y vanas promesas. Salir del túnel significa
encontrar un paisaje diferente al de la entrada, por eso los derechos
alcanzados en todos los campos (educación, sanidad, justicia, derechos sociales…)
no volveremos a tenerlos.
Asignan
algunos “profetas” de medios de comunicación, sin datos tangibles, más
subjetivo que objetivo, con más pasión que razón, que el ganador del debate ha
sido, como no podía ser de otra forma, el presidente del Ejecutivo. ¿Tiene esto
una gran relevancia? Quienes han de ganar son los ciudadanos que a tenor de lo
que se expuso en el parlamento saben, constatan, sufren, que no se deja de vociferar, de pregona, de auguran una
recuperación eminente, sin duda que será así pero, una vez más, para los de
siempre y es que la clase política, entre otras cosas, debería saber que “Oír no es lo mismo que escuchar”
Aplausos,
algarabía, cuchicheos, felicitaciones, sonrisas partidistas, cual si de una función
vodevil se tratara, cerraron el espectáculo con más pena que gloria.
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