miércoles, 17 de mayo de 2017

YO TAMBIEN SALGO CON BICICLETA

Desde que era niño me ha gustado ir en bicicleta, quizás porque veía a mi padre (q.e.p.d.) que allá por los años 50 iba a trabajar cada día en su bicicleta, de la cual ya no recuerdo la marca y con la que él me enseñó. En aquel pueblo, Salomó, di mis primeros paseos por caminos y carreteras circundantes. Después llegó la época del internado y solo en vacaciones podía hacer paseos en bicicleta. En Barcelona, arto de los viajes en metro para ir a trabajar, a mediados de los ochenta, opté por cargar mi maletín en el porta paquetes e ir a trabajar en bicicleta. Por aquel entonces casi nadie utilizaba ese método de transporte, pero he de reconocer que me resultaba rápido y económico, a pesar del riesgo que suponía circular cuando aún no había carril bici ni nada parecido. Durante las vacaciones solía salir con mis hijos a disfrutar de su compañía y del ejercicio del pedaleo.  En el año 99 me entrené para hacer el Camino de Santiago, recorrido que llevé a término desde Roncesvalles a Santiago de Compostela, el mes de agosto de ese año y que reforzó mi afición por la bicicleta.
 A partir del año 2013 me habitué a salir diariamente siempre que me era posible, y hasta el día de hoy lo sigo haciendo con una media de unos cuarenta a cincuenta km. diarios. A grandes rasgos esta es mi historia y mi afición por la bicicleta, sin prestar excesiva atención al riesgo que supone la práctica de esta actividad que me permite distraerme y mantenerme bien físicamente, sin obviar el peligro que representa.
A raíz de los últimos accidentes con los fallecimiento de ciclistas o atropellos, causados por conductores insensatos, han truncado la vida o los ha dejado mal heridos en las cunetas, deseo apelar al sentimiento de respeto a los ciclistas y conductores en general, para que no prolifere la insensatez y se cumplan las más elementales normas de tráfico y de seguridad.
Como consecuencia de los siniestros en los que se han visto implicados ciclistas, una madre ha escrito esta carta que transcribo: 

Hola, no te conozco, perdona que pida tu atención, no me extenderé mucho.
Tcolegio, después, en esta ajetreada vida que llevamos, quizá le lleves a un entrenamiento o a una actividad extraescolar. Tu hija, tu hijo, quizá nietos, sobrinos, hacen taekwondo, hockey, ajedrez, fútbol, inglés, pintura, música, quizá quieren ser como Carolina Marín, como los hermanos Gasol o quieren ser cantantes o cocineros.
Mi hijo quiere ser ciclista, estudia por la mañana en el Instituto y por la tarde coge su bicicleta y en los bolsillos del maille quería comentar que mi hijo quiere ser ciclista. Posiblemente dentro de un rato cogerás tu coche e irás a buscar a tus hijos al ot echa un gel, una barrita y todos sus sueños e ilusiones. Enciende su luz trasera para que le veas y le insisto en que respete las normas de circulación y sea prudente. Te aseguro que durante las dos o tres horas que está fuera, en la carretera, sé que se juega la vida y solo me relajo cuando vuelve a casa.
Conozco a muchos chicos como él, sus compañeros de equipo y de pelotón, todos tienen el mismo sueño y se sacrifican mucho por conseguirlo, arriesgan en las carreras, se caen y se hacen heridas, se levantan, sangran y sudan. Quieren ser ciclistas.
Yo quiero que tu hijo, tu hija sea lo que le hace feliz, quiero que se cumplan los sueños por los que se esfuerza pero, por favor, deja que mi hijo sea ciclista, no le mates en la carretera, respétale.
Te doy las gracias por escucharme, padre, madre conductora.

Unos segundos de espera pueden ser muchas horas o años de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario