miércoles, 19 de octubre de 2016

DIA MUNDIAL DEL CANCER DE MAMA

Hoy es el día mundial contra el cáncer de mama. He de ser sincero y decir que nunca había prestado excesivo interés por este día, pero si he tenido presente a aquellas personas que han padecido y superado esta enfermedad en cualquiera de sus alcances  y como no, a aquellas que he conocido y no han superado al virus causante de tantas muertes y tantas lagrimas.
Siempre he pensado y he dicho ¡Dios mío que no me toque a mí! Pero ya llevo algo más de un año acompañando, compartiendo, conllevando, viviendo la dolencia del cáncer de mama en la mujer, la compañera, la esposa  con quien comparto todos los segundos de mi vida y preguntándome el porqué de esta dolencia, de este mal que no entiende ni hace distinción de sexo ni de edades.
No voy a escribir nada nuevo ni mejor que lo que muchos lo han hecho, pero quiero dejar constancia de que ahora, y más que nunca, deseo ser solidario con todos los afectados por la enfermedad en cualquiera de sus acepciones y desear que las investigaciones se aceleren, que se evite el uso de todos esos productos que pueden provocar  y provocan que cuando a un familiar o a un amigo o a alguien de nuestro entorno más cercano le diagnostican un cáncer, el mundo se nos venga abajo, se descontrole nuestra vida,  nuestros valores se descoloquen, nuestras emociones estallen y posiblemente nuestra cabeza buscará razones inexistentes que nos expliquen por qué le ha tocado precisamente a este ser querido, a esta persona sufrir la enfermedad.
He vivido y vivo esa etapa en que he buscado todos los recursos habidos y por haber para poder hacer las cosas lo mejor posible con el afectado. Me he preguntado qué decirle, qué hacer, cómo alegrarle el momento, cómo hablarle... He sentido y siento miedo de ser demasiado pesado, he hablado de conversaciones vacías de contenido, he fingido, tratando de animarla,  llenando sus oídos de absurdas expresiones optimistas carentes de utilidad la mayoría de las veces. No nos han faltado quienes nos han hablado de casos conocidos y han hecho comparaciones con otras personas que ya la sufrieron con uno u otro desenlace. He sentido y siento miedo a hacerlo todo mal y es que siento que me han educado para compartir alegrías, y huir de la tristeza y del dolor. Sin embargo, siento, vivo la necesidad, la obligación de hacer algo por ella, pero he de reconocer que hay veces que no sé cómo hacerlo y me invaden las dudas, los temores, los miedos, pero hay algo que siempre siento y es la confianza en sus fuerzas y la esperanza en que pronto todo será pasado, aunque ese “pronto” sean los años que sean, deseo saber acompañar.
Escribo acompañar consciente de que no significa simplemente estar al lado o ir de un sitio a otro por esos funestos pasillos de las consultas hospitalarias. Acompañar intento que sea compartir la vida, los ideales, los valores, las emociones, las inquietudes, las distracciones, las risas  y, sobre todo, los malos momentos esos que ahora nos han tocado vivir pero sin distancias e intentando siempre saber escuchar, saber hablar, saber respetar sus asuntos de estética, o sus decisiones sobre su proceder y forma de vida sin excusar mi opinión y compartir a cada instante su dolor, su tristeza o su rabia, sin juzgarla, sin tratar de convencerla de que no debe estar así. Intento saber ver desde su mirada.


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