viernes, 7 de octubre de 2016

HA PASADO UN AÑO

Hoy ha amanecido un día envuelto en la niebla. Esa bruma que a veces se extiende por esta campiña y que impide la visibilidad a primeras horas de la mañana. Esas nubes bajas obligan a extremar la precaución para circular por carreteras y caminos, por eso, he decidido postergar mi “clásica” salida crepuscular cotidiana en bicicleta por los entornos del lugar.
En estos días, cuando al amanecer veo la luna sarracena abandonar el firmamento seguida de un comitiva de estrellas y, así dejar paso al sol que alumbrará y calentará a la tierra en estos finales del verano y principios de otoño, quisiera poder transmitir todo aquello que pienso, que siento, que vivo, mientras transito dándole a los pedales por caminos polvorientos, carreteras solitarias, contemplando campos yermos donde pastan famélicos y hambrientos rebaños. Campos donde las perdices, y espulgabueyes, al igual que otras aves, picotean los residuos de las cosechas. En estos días, durante mi recorrido, vislumbro como los campos sedientos de agua se vuelven pulverulentos, se cuartean a la  espera de poder volver a pujarse de agua y ser fértiles para la vida.
Hoy ha pasado un año y, según avanza la mañana y el sol coge más fuerza, la niebla ha ido disipándose y perdiendo intensidad en esas horas en que hace un año salíamos de la consulta médica con el corazón encogido, con la pregunta sin respuesta ¿por qué a mí, a nosotros?. La dolencia, la enfermedad, el mal, el carcinoma se cruza en nuestras vidas obligándonos a caminar por un sendero inesperado lleno de dudas que el tiempo ha ido disipando y ayudándonos a vivir con esta anormalidad que poco a poco y con esperanza hemos ido superando.
Si hace un tiempo escribía que entendía más ese lazo rosa, ese símbolo internacional que tantas veces he visto lucir en personas concienciadas con la prevención, detección, cura y cuidados del cáncer de mama. Hoy la niebla no me impide vislumbrar un camino de recuperación, de escollos salvables, de esperanza no enturbiada a pesar de que aun seguimos caminando por las salas de espera y consultas medicas, pero ahora ya es para recuperar un estado de vida más plausible, más digno, más… que el que hemos estado conviviendo y compartiendo a lo largo de este periodo de tiempo. 
Hoy ha pasado un año y ya afloran esos deseos de planificar nuevas vivencias, de sonreír sin necesidad de reprimir las lágrimas y la necesidad de someterse solo a la recuperación de las deficiencias o huellas que deja ese “indeseable” compañero en el viaje de la vida.
Hoy ha pasado un año y me reitero en manifestar que  más que nunca prometo dedicarle con gusto todo mi tiempo, mi esfuerzo de ser mejor cada día, mi máxima atención, mi ilusión y mi locura, mis ganas de vivir, y por un camino de esperanza,  juntos  vivir y caminar en paz, porque hoy constato más y mejor que es mi amor único en la vida.
Hoy ha pasado un año y sigo deseando, ansiando, anhelando  más que nunca saber siempre, sentir siempre, vivir siempre en lo más profundo de mi alma, que no importa que desafíos puedan sobrevenirnos, puedan acontecernos, a lo largo de los años, porque siempre halláremos la forma de volver a vencerlos y superarlos juntos.
Hoy ha pasado un año y más que nunca anhelo constatar que pronto todo será pasado.



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